La Euskadi que acudirá a votar el próximo 21 de abril no será la misma que hace cuatro años. Además de más envejecida, lo hará en un contexto social y económico muy diferente: con mayor renta pero también con más pobres. En estos cuatro años la pandemia y las sucesivas crisis internacionales han afectado a la economía vasca como al resto de economías, pero no lo ha hecho sobre todos los ciudadanos por igual. Hoy la sociedad vasca registra una fractura socioeconómica significativamente mayor que hace cuatro años.
El lehendakari Iñigo Urkullu firmó ayer el decreto por el que se disuelve el Parlamento Vasco y se llama a votar a la ciudadanía el 21-A. Lo hace con un balance que en lo económico registra un saldo muy positivo en cuanto a términos de empleo se refiere. La tasa de desempleo con la que se cerró el 2023 es no sólo la más baja de todo el país sino que también supone el mejor indicador en generación de empleo de los últimos años. Según la EPA, Al cierre del año pasado la tasa de paro en el País Vasco era de apenas un 6,3% muy por debajo del 10,34% con la que se celebraron los comicios anteriores.
Los ciudadanos también se encuentran hoy en una situación económicamente mejor, incluso pese al repunte de la inflación de los últimos meses. En estos años la renta de los vascos ha aumentado un 15%. Es la más elevada de toda España, 18.189 euros por persona, según los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Supone una renta un 29% que la media nacional.
Vascos sin poder irse de vacaciones
Sin embargo, estos buenos indicadores contrastan con otra realidad, la de las Euskadi pobre. Encabezar los principales datos económicos en España no supone que en Euskadi no existan familias que cada vez cuenten con menos recursos. Según el INE en estos años se ha incrementado de manera notable el número de familias que en el País Vasco engrosan las tasas de pobreza. En 2020 en el caso vasco ese porcentaje en el conjunto de Euskadi era del 13,6% de la población. Sólo cuatro años más tarde ese porcentaje ha aumentado casi dos puntos, hasta el 15,5% de la población. Esta tasa supone alrededor de 340.000 personas.
Una evolución que además ha ido en dirección opuesta a la de la media nacional, donde en estos cuatro años la tasa de pobreza ha descendido levemente, si bien es significativamente superior a la vasca; el 25,5% (en 2020 alcanzaba el 27%, según el INE).
Ese lado económicamente más frágil de la economía vasca también se percibe en otros indicadores que han ido en aumento. Hace cuatro años el porcentaje de personas que no se podían permitir irse de vacaciones fuera de su ciudad al menos una semana era de algo más del 16%. Hoy ese porcentaje se ha incrementado hasta el 19,4%.
Hacer frente a imprevistos
Otro de los indicadores consultados por el INE, referido a la capacidad para mantener con la temperatura adecuada la vivienda, refleja esa deriva. En 2020 apenas el 7% de los vascos aseguraba tener dificultades para hacer frente a ese gasto, frente al 11,5% que lo afirmaba a finales del año pasado. Y con la capacidad para hacer frente a imprevistos, también el indicador ha ido a peor, del 18,4% al 20,6% en cuatro años.
El foco en las dificultades económicas, en especial entre los más jóvenes, ha sido una constante del Ejecutivo Urkullu. Las políticas para favorecer la emancipación o el repunte de la natalidad han buscado con los incentivos económicos compensar las dificultades. Así, en los últimos meses se han aprobado ayudas para la emancipación para los jóvenes, planes de apoyo a la natalidad o medidas que permiten conceder subvenciones para el pago de alquileres.
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