Se acabó el ruido, se murió el silencio. Pero ahí le tenemos a él, Joe Biden, el mismísimo presidente de los EEUU a quien muchos creen demente o que no está capacitado para seguir al frente de la presidencia de su país, pero su cabeza, pese a sus despistes, está clara y sabe lo que se dice cuando estos días ha llamado al presidente ruso Putin loco hijo de puta, lo que a su vez ha provocado la respuesta del ruso aduciendo que: es un maleducado, y que está listo para trabajar con otros presidentes de EEUU. Y pese a ser palabras duras, muchas personas estamos de acuerdo con ellas, pues por encima del cambio climático tan tremendo que ya sufrimos, está Putin y su amenaza nuclear, pues este tipo no se conforma sólo con la guerra en Ucrania, ahora pretende desplegar armas nucleares en el espacio.
Tenemos bastante con esta amenaza existencial climática, algo que puede acabar con todos nosotros como para preocuparnos por las intenciones siempre malévolas de Putin. Y bueno, por encima de si Biden puede ofender a Putin o viceversa, por encima de si uno es un loco y el otro maleducado, el mundo debiera estar muy preocupado por el cambio climático y porque Donald Trump alcanzase la presidencia de EEUU en noviembre. Hasta Putin prefiere al demócrata como presidente de EEUU, y asevera: que el kremlin está preparado para trabajar con cualquier presidente de EEUU. Pero bueno, ¡qué pretende Putin ahora con esas armas nucleares en el espacio? ¿Destruir o dañar satélites? En fin, todo son conjeturas, pero ya sabemos que, cuando el río suena, agua lleva, y que Biden no está loco, y cuando las sombras trepan, algo siniestro asoma. La locura camina y sus bombas matan, nucleares o no.