China ha condenado las «indiscriminadas» sanciones de la UE y Estados Unidos a sus empresas por el presunto apoyo a Moscú en la guerra de Ucrania. Pekín asiste inquieta a la degradación de sus relaciones con Bruselas que ya temió cuando los tanques rusos cruzaron la frontera. Dos años de tercas insistencias en su neutralidad no han revertido la tendencia.
Las sanciones de la UE carecen de fundamento en la ley internacional y dañarán las relaciones comerciales y económicas bilaterales, ha adelantado Pekín en un comunicado publicado en la prensa oficial. Bruselas incluyó el miércoles a cuatro compañías en su decimotercera ronda de sanciones contra Rusia por suministrar bienes a sus compañías con uso civil y militar. «Tenemos que seguir castigando la maquinaria bélica de Putin (…) También estamos cortando el acceso de Rusia a los drones», razonó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Pekín intuye una maniobra conjunta de Occidente. Un día después, el Reino Unido sancionaba a tres compañías chinas. Y el siguiente, Estados Unidos incluía a 17 en su lista negra. Son castigos ilegales que buscan el perjuicio de sus empresas «con la excusa de la guerra de Ucrania», protestó Zhang Jun, representante chino en la ONU.
«Coerción económica»
Desde estamentos oficiales y la prensa se ha cargado sin freno contra Washington, a quien ve Pekín como artífice de la campaña. El presidente chino, Xi Jinping, ya acusó a Estados Unidos meses atrás de liderar una coalición que buscaba embridar el auge de su país. «Son sus típicos actos de coerción económica», ha criticado la portavoz del Ministerio de Exteriores, Mao Ning, quien ha adelantado que China hará lo necesario para proteger los derechos de sus empresas frente a la «jurisdicción extraterritorial» estadounidense. La semana pasada, cuando las sanciones se daban por descontadas, China reivindicó su «postura imparcial y objetiva» en el conflicto y sus esfuerzos para promover las conversaciones de paz. «No nos hemos sentado tranquilamente y mucho menos hemos explotado la situación para ganancias egoístas», afirmó Mao en una alusión oblicua a Washington.
China no ha condenado la invasión rusa y culpa del desaguisado a la expansión de la OTAN. Pero tampoco ha enviado armas al conflicto, ha hablado con ambas partes y propuesto una hoja de ruta que fue olímpicamente ignorada. En su cobertura diplomática a Moscú ha cometido errores gruesos como el compromiso de una «cooperación sin límites«. No lo ha repetido pero aquella declaración en las vísperas de la guerra, manifiestamente desmentida por los hechos, ha sido usada por Estados Unidos para dudar de su neutralidad. Las últimas sanciones certifican que sus esfuerzos para frenar el alineamiento de Bruselas con Washington han sido inútiles.
Impacto en la balanza comercial
El comercio ha recogido esas inercias. El valor de los intercambios entre China y la Unión Europea el pasado año se quedó en 783.000 millones de dólares, una caída del 7,6%, según las aduanas chinas. También bajó el comercio con Estados Unidos un 11%, la primera contracción desde 2019, hasta los 664.000 millones. Con Rusia, en cambio, se expandió por encima del 26% hasta los 240.000 millones de dólares. Es una cifra récord y, aún así, un tercio de la que mantiene con la UE.
La prensa y analistas de China recogen la frustración por el desprecio de Occidente a sus intentos de mediación. Rusia dispone de poderío industrial y cadenas de suministro para sostener sus operaciones militares. Ahí radica, y no en China, el fracaso de las sanciones, subraya Ma Xiaolin, profesor en la Universidad de Estudios Internacionales de Zhejiang, en el diario ‘Global Times’. Li Haidong señala que Rusia avanza en el terreno de batalla y su economía creció el pasado año a pesar de los castigos. «Las quejas de algunos sólo exponen su debilidad y fracaso», añade.