A LeBron James le gusta cada vez menos lo que ve. Estar en el banquillo es un martirio ante lo que ve, cuando no negando con la cabeza el rostro tenso reprimiendo su desesperación. Los Lakers, un galimatías y un desgobierno en ambos lados de la pista sin su Rey, se desmayaron en la pista de unos Phoenix Suns (123 -113) no exentos de problemas pero mucho más ordenados y comprometidos que los de púrpura y oro, apenas LeBron dando la talla con 28 puntos, 7 rebotes y 12 asistencias con un 12/19 en tiros y un 3/6 en triples en la desoladora soledad de The King.

Ver a LeBron jugar contra Kevin Durant -22 puntos-, después de que ambos estuvieran sin verse las caras cinco años hasta octubre es siempre una delicia, pero este Suns – Lakers fue más sobre los actores de reparto que sobre los principales.

Y es que Durant y Devin Booker -21 puntos-, siguen teniendo que buscarse demasiado la vida en estos Suns lejos de ser fiables, con el 7/20 en tiros de uno y el 8/18 del otro como prueba. Pero pueden confiar más en lo que tienen alrededor con Jusuf Nurkic apuntándose 18 tantos y 22 rebotes, Royce O’Neale vestido de despiadado killer para meter los triples liberados -20 puntos con un 6/10 en triples-, y Grayson Allen como constante tercer actor de apoyo de las dos estrellas con 24 puntos en otro choque sin Bradley Beal.

Porque los números no cuentan a veces toda la historia, nadie en los Lakers estuvo a la altura de LeBron a excepción de D’Angelo Russell con 20 puntos y 7 asistencias. Anthony Davis no se pudo acoger a una hoja estadística aparentemente impecable con 22 puntos y 14 rebotes y un 11/17 en lanzamientos. La Ceja no se entonó hasta la segunda parte y fue intrascendente en las capturas ofensivas con 2, mientras que ni Rui Hachimura (13 puntos) ni Austin Reaves (14) tuvieron un impacto significativo sin que nadie del banquillo llegara a los dobles dígitos.

Algo mal está en la química y hasta el compromiso -o la determinación de los Lakers-, cuando el equipo de Darvin Ham acumula un puñado de fallos de comunicación y malentendidos en defensa, y, sobre todo, se ve absolutamente superado en el rebote como fue el caso, con unos ridículos 3 rebotes ofensivos frente a los 14 de los Suns para un total de 41 a 56 para los de Arizona, siempre por delante en el marcador.

Como los Lakers, Phoenix es un equipo lleno de lujos con dos estrellas resplandecientes pero sin una necesidades básicas como un base que ponga orden y ahorre trabajo a Booker y Durant, tantas veces demandados desde el inicio de las posesiones. Además, las constantes entradas y salidas del quinteto de Beal con sus problemas físicos impide que el dúo de los Suns pueda ser considerado todavía trío cuando la temporada ya encara su recta final.

Sin embargo, el conjunto de Arizona tiene defensa, intenta mover el balón en ataque y, pese a que con una alta dependencia de las transiciones como los Lakers, tiene sus mecanismos para agitar los ataques en estático con Jusuf Nurkic creando desde la cabecera, la movilidad al margen del balón de Allen y visibles intentos de que todo el mundo se involucre en la ofensiva. También tienen a un entrenador que intenta hacer ajustes sobre la marcha en Frank Vogel, el técnico del último anillo de los Lakers al que los de California despidieron en 2022 para traer a Darvin Ham.

Con unas Finales de Conferencia y la Copa en su currículum, Ham se ha ganado el respeto en el banquillo de los de púrpura y oro. Pero nunca se ha distinguido especialmente por su creatividad en ataque con la simpleza ofensiva al descubierto en Phoenix.

Todo prácticamente empieza y acaba en LeBron y Davis, en el ’23’ generando como manejador o desde el poste, mientras que la Ceja se arrugó en este caso. Careció de agresividad de cara al aro y Nurkic vivió muy tranquilo viendo cómo el pívot fallaba los tiros de media distancia que le invitaba a tomar.

Y lo que también provoca dolor a la vista en los Lakers es cómo la defensa se despedaza cuando Anthony Davis sale a defender el bloqueo directo más agresivo al perímetro, destapada una pintura que nadie acierta a proteger.

El emergente factor Bol Bol

Los Suns sonrieron también ante lo que vieron en su banquillo. No gozan de abundancia en su segunda unidad, pero, cuando se va ya acercando la época de los factores X -los playoffs-, el equipo del desierto vio cómo Bol Bol ejerció este rol ante los Lakers. Sufriendo Phoenix ante el tamaño del trío LeBron – Davis – Hachimura, Vogel recurrió al hijo de Manute Bol, ese habilidoso chico de 2,18 que precisamente un mito laker, Shaquille O’Neal, se empeña en comparar con Victor Wembanyama.

Aunque a años luz de llegar a ser algo como el fenómeno galo -por lo menos por ahora-, Bol viene a ser en esencia el mismo concepto, un rara avis capaz también de meter tiros de media distancia en suspensión y triples tan larguirucho, además de capacidad para proteger pintura y perímetro. Haciendo un poquito de todo, el africano firmó 11 puntos -5/9 en tiros y 1/4 desde el 7,25-, 4 rebotes, 1 asistencia y 2 tapones. Fuera de la rotación casi hasta diciembre, el pívot sigue creciendo.

Tan inconsistentes como los de púrpura y oro, los Suns siguen fuera de las posiciones de playoffs -séptimos con 34-24-, mientras que los Lakers se ven al límite ocupando la décima y última plaza del play-in con 31-28. En el purgatorio, LeBron se teme tener que soportar el infierno de ver los playoffs por televisión como hace dos años.

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