El todavía reciente vertido de pellets en la costa cantábrica removió las conciencias. Y también las memorias. Porque las imágenes de voluntarios limpiando playas gallegas no resultan extrañas. Solo hay que sustituir esas bolitas de plástico por una masa negra, densa y opaca para que a más de uno se le erice la piel. Pese a que no hay una fórmula matemática para medir la magnitud de la catástrofe, nadie duda de que el macrovertido que causó el naufragio del ‘Prestige’ es uno de los mayores dramas medioambientales de los últimos 50 años en España. Uno de los mayores, pero no el único. Los demás tienen nombre propio: A Coruña, Aznalcóllar y la Sierra de la Culebra sobreviven con cicatrices. Doñana y el Mar Menor permanecen en la UCI.