Ribadavia, meta de la tercera etapa del O Gran Camiño, era hasta este sábado tierra de pulpo -presumen junto a la vecina localidad de Carballeira de servir el mejor de Galicia pese a no tener mar- y también la cuna del Ribeiro. Esto hasta que apareció un prodigio danés llamado Jonas Vingegaard vestido con la marca de la tierra, Zara, que por primera vez desde la creación del imperio textil ha decidido patrocinar una prueba deportiva. Surgió como un obús, como un mago sobre la bici, que en vez de hacer juegos de mano, trabaja con sus piernas a un ritmo infernal, yo contra todos y todos contra mí, incapaz de que nadie, por muy bueno que sea, pudiera neutralizarlo.