El bolsonarismo está vivo y coleando. Miles de ultraderechistas ocuparon la avenida Paulista, en el corazón del principal distrito económico y demográfico de Brasil, para vivar a Jair Bolsonaro. Desde el escenario, el expresidente rechazó haber promovido un golpe de Estado el 8 de enero de 2023, dijo que es objeto de persecución política y judicial y, a su vez, reclamó una amnistía para las personas que se encuentran bajo proceso por atacar la sede de los tres poderes de la República. Los únicos que deberían ser castigados, añadió, son los que provocaron destrozos.
La demostración de fuerza en Sao Paulo tuvo lugar pocos días después de que Bolsonaro fuera identificado como la cabeza de una «organización criminal» que buscó impedir primero el triunfo electoral de Luiz Inacio Lula da Silva y luego, ante esa imposibilidad, derrocarlo. La operación bautizada Tempus Veritatis, y autorizada por el juez supremo Alexandre de Moraes, no solo posibilitó que la Policía Federal allanara 33 domicilios y adoptara 48 medidas cautelares que involucran a excolaboradores civiles y militares de primera línea del entonces mandatario. Ha salido a luz un video de 45 minutos que le incautaron al coronel Mauro Cid, jefe de gabinete de Bolsonaro, y en la actualidad colaborador en las investigaciones, que le ha dado otra consistencia a las investigaciones. «Voy a salir al campo usando mi ejército, mis 23 ministros», dice Bolsonaro en una reunión de conjurados de julio 22, convencido de que «no podemos esperar a que llegue el 2023».
Pero el excapitán del Ejército restó importancia a esas evidencias. Criticó a los medios de prensa y descartó que se hubiera intentado planificar un ataque contra las instituciones democráticas. «¿Qué es un golpe? Son tanques en la calle, una conspiración. Nada de esto se ha hecho en Brasil. Sin embargo, continúan con lo mismo»
Bolsonaro, quien ha sido inhabilitado para ejercer cargos públicos hasta 2030 por haber puesto bajo sospecha la transparencia de las elecciones de 2022, dijo a sus seguidores que exigían al Congreso que promueva un juicio político contra Lula, que, si bien él ha sido atacado, ahora busca «la pacificación para borrar el pasado».
De cara a las elecciones de octubre
El masivo acto, donde sobresalieron las banderas verdes y amarillas, pero también las de Israel, no solo busca apuntalar al expresidente en medio de sus complicaciones sino dotar a la ultraderecha de una hoja de ruta de cara a las elecciones municipales de octubre. En ese sentido, predijo que la imagen de miles de bolsonaristas en la avenida Paulista, la más importante de Sao Paulo, «va a dar vuelta el mundo» y mostrará «cómo nos emocionamos cuando cantamos el himno». Bolsonaro sostuvo que la magnitud del acto «nos trae energía, y la esperanza que podemos vencer. No queremos socialismo. No podemos admitir el comunismo ni la ideología de género. Queremos la defensa de la vida desde su concepción. Debemos trabajar todos los días para lograrlo». Brasil, dijo por último, debe tener «un presidente con Dios en su corazón y ame a su bandera y respete a la familia».
Previamente, la ex Primera Dama Michelle Bolsonaro aportó su cuota melodramática y lloró ante los presentes, hablando del «sufrimiento» de su esposo y sus aliados, a quienes llamó «buenas personas». Las adversidades, aseguró, le permitieron renovar su fe en la iglesia pentecostal que siempre a estado a su lado. «No ha sido fácil, pero estamos de pie». Ella confió que «nuestro Dios del cielo nos concederá ayuda» llevando otra vez a la ultraderecha al Gobierno. Por último, pidió una «bendición para Israel», una manera de colocarse junto con sus autoridades en el marco de la controversia entre Tel Aviv y Lula en relación con la tragedia en Oriente Próximo. Lula había homologado la política de exterminio de los nazis y el papel que juega Israel en la Franja de Gaza. Esa comparación provocó una profunda crisis diplomática. Israel declaró a Lula ‘persona non grata’.
También habló el gobernador paulista, Tarcísio de Freitas, señalado como posible presidenciable en 2026 si no se revoca la prohibición que pesa contra Bolsonaro. «Estamos hoy aquí para celebrar el verde y el amarillo, para celebrar hoy el amor por nuestro país, para celebrar hoy el Estado democrático de derecho, para entender sus desafíos».
Al pastor evangélico Silas Malafaia, organizador del acto, le tocó la tarea de embestir contra el juez supremo De Moraes. A su criterio, el integrante del Supremo Tribunal Federal (STF) es parte de una «ingeniería del mal». Se trata de un «dictador con toga» que aplica penas desmedidas contra los participantes del 8E. «A una mujer con un crucifijo católico que se sentó en la mesa del presidente del Senado le han dado 17 años de cárcel», dijo.