Negocio, medio ambiente, espiritualidad, marca, vivienda, agua… Kabir Mulchandani, propietario de Pacha Group, no rehúye ningún tema. Hecho a sí mismo, tiene clara la «enorme responsabilidad» de mantener y expandir la marca de las dos cerezas.
El nuevo propietario de las discotecas y hoteles de Pacha es un hombre espiritual, cercano, «hecho a sí mismo». Campechano. Desde la distancia, lo primero que destaca de Kabir Mulchandani es su media melena leonina tiznada de un blanco nuclear y, en la distancia corta, su amplia sonrisa. Debajo de una chaqueta azul oscuro viste una camiseta negra con el nombre de Pacha en rojo, con su tipografía innegociable. «Es de la última colección», detalla con orgullo mientras accede a la sede de Diario de Ibiza, del grupo Prensa Ibérica, donde concede su primera entrevista en Ibiza. Precisamente el peso de la marca de las dos cerezas centra gran parte de la conversación. Tal es su importancia para este empresario del ladrillo y la hostelería, nacido un 6 de octubre de 1972 en India (aunque vive en Dubái), que en un momento dado reconoce que, en la negociación con Trilantic (el fondo que compró el negocio a Ricardo Urgell) para adquirir su pedacito de la «esencia de Ibiza», si le hubieran pedido más dinero, «lo habría pagado». «Quería tanto a Pacha… Estaba dispuesto a pagar lo que fuera, a hacer lo que fuera. Literalmente», remarca con pasión.
Al preguntarle por las negociaciones, Mulchandani detalla que el acuerdo se cerró por 302,5 millones de euros el 30 de junio de 2023, pero que su entrada oficial en la empresa se demoró hasta el 9 de octubre de ese mismo año: «Hubo un período de tres meses y medio entre la firma y el cierre para que pudiéramos organizar toda la financiación. Como sabe, fue una inversión considerable». Y el final feliz de una especie de historia de amor empresarial.
Visitante asiduo de la isla, en 2011 asistió a la inauguración de Lío y se quedó prendado de la marca («siempre la había admirado y deseado»), pero el covid se cruzó en su camino. «Fue una locura, todo el mundo viviendo entre cuatro paredes» por el confinamiento. Se llegó a cuestionar si después de la crisis sanitaria, la gente «volvería a salir»: «Psicológicamente pensé que implicaría un cambio a un nuevo mundo ¿Volveremos al viejo?». Y su absoluta confianza en «la conexión humana» le sacó de dudas.
Primer contacto con Trilantic
En 2021 comprobó que «la gente quería vivir» y fue entonces, «cuando Pacha ni siquiera estaba en venta», cuando entró en contacto con Trilantic. El primer tanteo, recuerda: «Averigüé quién era el dueño, cuál era la historia. Y empecé a presionarles, a presionarles…». «Volé a Madrid para convencerlos, pero en ese momento no tenía todo el dinero». ¿Cómo hacer realidad la transacción? «Tenía que convencerles de que era algo bueno para ellos». Pero no salió bien. Había muchas empresas interesadas. «Cuatro o cinco», y desde Trilantic se lo dejaron bien claro: «No era el primero de la lista».
Su perseverancia arrojó por fin algo de luz en agosto de 2022, cuando se inició «el proceso oficial» de compraventa. En ese momento, Trilantic quería venderlo todo en un mismo paquete, con Lío incluido: «Me involucré de lleno y les dije que Pacha y Lío eran cosas diferentes». Hubiese adquirido también este negocio («vamos a abrir un Lío en Dubái, ¡imagínese me gusta»), pero «para ser honestos», reconoce, pedían demasiado dinero. Una cantidad «nada razonable».
Crecer «paso a paso»
Parte de la razón por la que no se quedó con todo el grupo del que se desprendió Urgell es, por lo tanto, económica. Pero hay otra más racional: tras reconocer que hubiera pagado cualquier precio y que si, más adelante, le ponen uno más acorde con el mercado, no descarta meterse en ese lío, advierte: «Tenemos que ir creciendo paso a paso». En el fondo, la idea de Mulchandani, a pesar de reconocer que no piensa a largo plazo («honestamente, no pienso tan lejos»), es asentarse en la isla. Eso se lo tiene que reprochar a su vena espiritual. Y esa es la gran diferencia entre su visión del mundo y la de un fondo que, siempre que compra, lo hace para posteriormente vender, señala. «Nosotros no queremos vender», insiste convencido.
Y como intentando reforzar su filosofía, vuelve a reflexionar sobre el mundo de las dos cerezas: «Pacha es Ibiza y Ibiza es Pacha en muchos sentidos. La isla representa ciertos valores que, personalmente, aprecio mucho, como la libertad, también de expresión. Respeto a todas las formas de creatividad, con independencia de cómo sean. Hay libertad. Y estos valores están incrustados en Pacha y por eso es tan especial. Por eso no es una discoteca. Es más. Sí. Por eso, sí. Ves más que… Por eso no es sólo una discoteca. Lo ¿entiende». Y entonces, ante la cara de incrédulo del periodista, sentencia con una enorme sonrisa: «¿Quién diantres paga 302 millones de euros por una discoteca?». Lo que ahora representa Mulchandani, esa «enorme responsabilidad, considera que es «mucho más» que un simple negocio. «Cuando vienes como turista no lo llegas a entender, pero con el paso del tiempo te das cuenta de lo importante que [la marca de las dos cerezas] es para la isla a nivel emocional, no comercial». Aunque también.
Este empresario nacido en India hizo su fortuna con la construcción y la hostelería en Emiratos Árabes, en Dubái. Una prestigiosa publicación le ha incluido entre las cien personas de ese país «a las que hay que conocer» (ellos sabrán los motivos, aunque se supone que el dinero y la influencias pesan en la balanza), y él mismo se define como «un multimillonario hecho a sí mismo». ¿Y cuál es el secreto?: «Muchos le dirán que esfuerzo, dedicación, preparación… Por supuesto. Pero sobre todo es cuestión de suerte y de saber tomar en el momento adecuado la decisión correcta».
La isla representa ciertos valores que, personalmente, aprecio mucho, como la libertad
Al final, su periplo vital le ha llevado a comprar un negocio que nació el mismo año que él, en 1972, aunque lejos de Ibiza, concretamente en Sitges, donde el empresario catalán Urgell abrió el primer local con este nombre. «Nadie se acuerda de Sitges», dice, «Pacha es Ibiza, son los hippies, la libertad. Ibiza es polvo de hadas». Oír hablar así a un hombre de negocios criado en Asia resulta cuanto menos chocante. Cuando se le expone esta especie de contradicción, reflexiona: «Si estudia alguna de nuestras antiguas filosofías indias y cómo han influido en Ibiza… Tenemos mucho en común, más de lo que la gente cree. Es respeto, sí. Y la isla ha tomado prestado mucho de nuestra espiritualidad. Sobre una base espiritual, me siento más en casa aquí que en Dubái».
Los valores de la isla
Mulchandani considera que los «valores» de la isla «apelan a conceptos que van más allá de las nacionalidades, razas o religiones»: «Yo también soy extranjero en Dubái, a pesar de que llevo viviendo allí 20 años. Mi esposa es de Dubái, es maravillosa, como la ciudad. Es increíble y creo que he contribuido mucho» a su desarrollo. Pero remacha: «Lo que siento aquí es… Ya sabe. Ibiza es muy singular».
Esta visión del mundo tan alejada aparentemente del materialismo no es nueva en él. Muy activo en redes desde hace meses, cada vez que tiene ocasión habla de «filantropía», de «devolver al mundo parte de lo que nos ha dado». No es una postura. Lo saben bien los miembros de la Fundación Pacha, creada en 2018 con el objetivo de ayudar y promover el trabajo positivo de otros y resaltar iniciativas valiosas. Y lo deja claro en Instagram: va a incrementar en un 300% el presupuesto del brazo solidario de su negocio de ocio. «Creo que fue lo primero que dije». Lo dice mientras se lo pregunta a uno de sus asesores, que le ha acompañado hasta Diario de Ibiza. Asiente con una sonrisa. «Sí, sí. Lo primero que anuncié». Y su primera reunión en Ibiza fue precisamente con los miembros de la Fundación.
«Mi punto de vista sobre la filantropía es muy simple: es un acto egoísta porque, honestamente, te da más placer a ti que a quien recibe la ayuda. Dar es placentero, ¿verdad? Y los seres humanos estamos programados para el placer. Por lo tanto, creo que dar es el mayor acto egoísta».
Salió de la reunión convencido de que quería dar más, aportar más. «Uno, al saber el dinero que se mueve en esta isla, no puede pensar que hay tantos retos» por cumplir en cuanto a asistencia, a necesidades básicas. «Compruebo muchos datos económicos y cuando me enteré de que entran mil millones en un mes de verano… eso es mucho dinero. Pero sigue habiendo desafíos. Y hemos decidido aumentar nuestra aportación porque es aquí donde vamos a desarrollar nuestro negocio. Vamos a generar riqueza y tenemos que devolver algo a la comunidad. Así es como funciona la economía circular».
Vivienda, agua, recursos…
El nuevo dueño de parte del emporio Pacha está al día de los problemas que inquietan a los ibicencos. El primero, la vivienda. El segundo, la protección del medio ambiente, la falta de agua. En cuanto al primero, su intención es facilitar un techo a todos sus empleados (este verano, el primero en el que tienen las riendas de las discotecas y los hoteles, cerca de un millar en Ibiza), y están valorando construir. Aunque advierte de que no es la solución: «¿De dónde sacas los recursos, el agua, para abastecer a todos los nuevos inquilinos?». Mulchandani tiene claro, y desvela que así se lo ha comunicado a «algún alcalde» de la isla, que la sostenibilidad debería ser una «obligación legal, tiene que convertirse en ley». «Pagar impuestos es una imposición legal y construir un medio ambiente mejor y dejar un mundo mejor también debería convertirse en una obligación legal, firme. No en algo que se diga para quedar bien». «Necesitamos tomarnos esto muy en serio, especialmente en una isla con recursos tan limitados como Ibiza», afirma.
Pacha es más que una discoteca. ¿Quién diantres paga 302 millones de euros por una discoteca?
Y todo eso, ¿cómo lo aplicará al grupo de las dos cerezas? Tras este primer verano de gestión, los planes de Mulchandani pasan por hacer balance e iniciar su primera gran obra: la reconversión total del Destino Pacha Ibiza Resort. Quiere convertirlo en un establecimiento de lujo, sí, pero de consumo cero. Autoabastecimiento de energía, huella ecológica cero. Y, como ejemplo, su emblemática piscina: «La gente viene a Destino a bailar pero, ¿quién baila en una piscina de dos metros de profundidad? No necesitas tanta agua?».
Vender felicidad
El principio y el final de su filosofía empresarial, «hay que hacer feliz al cliente», debe conjugar con el verbo proteger, en relación al entorno, claro. «Mi principal objetivo es hacer que este hotel genere su propia electricidad y consuma el mínimo de agua». Asegura que está trabajando «con su equipo muy duro» para lograr este objetivo y sabe que para conseguirlo tendrá que invertir una cantidad que no bajará de los dos dígitos. No quiere dar más detalles, pero será un gasto «millonario».
Y es que este autodenominado «ciudadano del mundo» dice ser muy consciente de que el reto medioambiental es el más importante al que se enfrenta el mundo. «Somos sólo un pueblo y hay que entender que no hay un plan B. Y aunque [el empresario y, según algunas listas, hombre más rico del mundo] Elon Musk lo está intentando, personalmente no estoy convencido de que haya que buscar otro mundo. Creo que hay que trabajar más en el plan A, en cuidar el plan A», dice respecto al planeta.
Pacha es Ibiza, son los ‘hippies’, la libertad. Ibiza es polvo de hadas
Un hombre con tantas inquietudes, con tantas preocupaciones y negocios en marcha, con tal necesidad de encontrarle sentido a todo, ¿cómo se relaja? Mientras sorbe la última gota del café en la sede de Diario de Ibiza, Mulchandani sorprende con su respuesta: «Me encantan los baños fríos, en hielo. Me ayudan a relajarme». Se refiere a la técnica que utilizan muchos deportistas de élite para recuperarse y que asegura que practica desde hace tiempo, «mucho antes de que se pusiera de moda». Además, le encanta el senderismo y, sobre todas las cosas, bucear. Sumergirse. «Es como flotar, como volver a nuestra esencia», cuenta con emoción.
Recorrer la isla
Recorrer la isla le renueva, añade, porque «su aire es único». «La calidad del aire, del oxígeno, esta naturaleza… es muy agradable». Por todo eso, y después de visitar la isla varios veranos, explica que se enamoró de ella en invierno. También desconecta yendo al gimnasio, «pero no lo suficiente, es la realidad. Mi mente… lucho por apagarla muchas veces».
Vamos a generar riqueza y tenemos que devolver algo a la comunidad. Así es como funciona la economía circular
Lo que no puede borrar de sus recuerdos es su encuentro con Ricardo Urgell, del que informó en exclusiva Diario de Ibiza las pasadas fiestas navideñas. Fue en la gala benéfica de Pacha. «Realmente disfruté, fue muy emotivo. Para él supongo que algo agridulce, al estar junto a quien lleva ahora la batuta de su negocio… Y cuando me dijo que le parecía una versión más joven de él… Es una gran responsabilidad. Siempre le tuve un gran respeto, pero después de adquirir su negocio y ver la profundidad, la importancia de lo que construyó, ese respeto es mucho mayor».
Cuando se le pregunta cómo se imagina el Grupo Pacha en diez años, insiste en la misma idea del inicio de la entrevista:»Honestamente, no pienso en un futuro tan lejano».