Dos días después del terrible incendio que ha sacudido el barrio de Campanar y que se ha cobrado la vida de diez personas, el inspector jefe del departamento de Bomberos del Ayuntamiento de Valencia, Enrique Gisbert, ha querido agradecer el trabajo de todos los miembros del departamento. En estos momentos, el equipo se encuentra trabajando en el edificio «en materia de prevención para evitar que se vuelva a prender». Reconoce que la estructura «es segura», por lo que «no hay riesgo de colapso».
En cuanto a las víctimas, ha recordado que «se está investigando y, por lo tanto, el proceso se encuentra bajo secreto de sumario». Sin embargo, en sus palabras, «prevemos no encontrar más», ya que el equipo que se encuentra en la zona ha podido acceder a todo el edificio.
«Las viviendas son el lugar más seguro»
Gisbert lamenta la defunción de una familia en el baño y reconoce que los bomberos trabajaron «siguiendo el protocolo». «Las viviendas son el lugar más seguro para esconderse del fuego mientras extinguimos el incendio. Es el protocolo que se sigue habitualmente», recalca. Sin embargo, lamenta que «en emergencias, uno y uno no siempre suman dos». «Se hizo de la manera más segura y los compañeros arriesgaron su vida por encima de las posibilidades», afirma.
El inspector jefe también ha recordado el momento en el que uno de los compañeros consiguió salvar la vida de una pareja, que estuvo durante varias horas en el balcón. «Sufrieron el peligro muy de cerca porque había desprendimiento de placas incendiadas, sobre todo, las primeras dotaciones, que lo tuvieron muy difícil».
«Ha sido muy duro porque hemos visto víctimas»
Por su parte, Álex Carabal, uno de los bomberos que intervino en el mayor incendio que se recuerda en la historia de la ciudad de Valencia también muestra su dolor y cansancio: «Estamos cansados. Ya sabíamos lo que había cuando llegamos». Reconoce que más que un dolor físico, es más psicológico: «Por fuera estamos bien, pero por dentro es muy doloroso. Ha sido muy duro porque algunos compañeros, como en mi caso, hemos visto víctimas y hay gente que sí que ha podido rescatar».
Carabal lleva veinte años trabajando y indica que «es de los caso más duros». «Es una profesión que siempre se arriesga, pero todavía más si hay niños. Hay un impotencia de no poder llegar. Eso no se puede describir».
En cuanto a la familia fallecida, se suma a las indicaciones del inspector. «Hay que explicar que este tipo de incendios ocurre una vez del 99,9%. Se dieron las instrucciones correctas. Todas las pautas que damos salvan la vida. Siempre decimos que cada puerta que cierres es una posibilidad de vivir, pero no ha pasado».
El equipo se encuentra sumido en un auténtico dolor: «El compañero no sabía qué estaba pasando fuera. Entiendo la postura de los familiares y amigos, pero nosotros también estamos devastados. Esperemos que nunca pase más pase algo así».