Sentí no poder estar en mi tierra para asistir a la celebración de la mesa redonda «La transformación cultural de Gijón. Una ciudad de museos», que esta casa, con gran visión, organizó en el Club de Regatas. Aunque igual me columpio por no haber estado, lo que me llega es una retórica centrada en los equipamientos y las estructuras culturales, las exposiciones y los objetos, de cuya sinergia se espera un futuro prometedor para la ciudad y para el Principado. Esta vez escribo unas líneas con poco glamour discursivo y utilizaré este espacio para contribuir al debate. En ese sentido, este artículo será más bien un ejercicio comparado para enfatizar la importancia de los trabajadores y del capital humano en el campo de la cultura. Cuando leo que se habla de nombrar a «un» director (solo uno) para el nuevo espacio, temo que se perpetúe un modelo fallido de gestión cultural, aunque sé también que la idea de un «equipo» se mencionó en algún momento.