Adelgazar es, probablemente, uno de los propósitos más repetidos por mucha gente. Sin embargo, perder peso no ocurre por arte de magia, requiere de constancia y sacrificio, por lo que no hay que recurrir a dietas milagrosas que prometen resultados de manera inmediata.
Todos los nutricionistas insisten en que hay dos pilares fundamentales para conseguir adelgazar: la buena alimentación y el ejercicio físico. Cuidar nuestra dieta es muy importante para otorgarle la energía que necesita el cuerpo en el día a día y a su vez conseguir perder peso.
Los expertos aseguran que no es bueno saltarse ninguna comida, que lo correcto es cuidar nuestra alimentación y mesurar los alimentos que ingerimos. El desayuno es una de las más importantes porque es la primera ingesta que hacemos y necesitamos llenar el cuerpo con la energía suficiente para encarar bien el día.
Qué comer durante el desayuno para perder peso
Durante el desayuno suele ser la comida en la que más “pecamos” y aquí es dónde está el error más común. Los nutricionistas afirman que es muy importante dejar de lado la bollería, las galletas, la mermelada y la mantequilla si realmente queremos adelgazar.
Existe la falsa creencia de que como todavía nos queda todo el día por delante podemos quemar todas esas grasas que ingerimos, pero no es cierto, ya que se tratan de grasas de mala calidad y que además, llevan una gran cantidad de azúcar.
Entonces, ¿qué alimentos se pueden tomar en el desayuno? Esta es la pregunta a la que muchos llegan cuando les indican que todo lo que estaban acostumbrados a desayunar no es bueno. La solución es sencilla, hay que ingerir productos naturales tales como frutas, verduras, cereales sin azúcares o huevos. Los lácteos enteros como la leche o el yogur también son una buena opción para el desayuno. Además, puedes introducir a tu dieta frutos secos que aportan la energía necesaria para arrancar el día.
Un buen consejo para conseguir mantener regularidad en tu dieta es planificar con anterioridad lo que vamos a comer. De esta manera no caeremos en el error de comer lo primero que pillamos en la dispensa o en la nevera.