A medida que se acerca un eventual asalto militar del ejército israelí a la ciudad gazatí de Rafah, el presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, se enfrenta a un potencial problema grave. Y es que el potencial éxodo masivo de los cientos de miles de gazatíes refugiados en la urbe meridional podría exacerbar la ya delicada situación política nacional, añadiendo una capa adicional de inestabilidad. 

En múltiples ocasiones, Egipto ha condenado la estrategia de Israel de desplazar a los palestinos hacia el sur del enclave de Gaza, insinuando que esta acción forma parte de un plan para expulsar a los gazatíes y que amenaza con poner fin a la causa palestina. Esta oposición se enmarca dentro de un rechazo más amplio en el mundo árabe hacia la repetición de la ‘Nakba’, o ‘catástrofe’, cuando aproximadamente 700.000 palestinos huyeron o fueron obligados a abandonar sus hogares durante la guerra que rodeó la creación de Israel en 1948.

En la actualidad, alrededor de 1,5 millones de palestinos, más de la mitad de la población de Gaza, se encuentran hacinados en Rafah tras verse obligados a huir hacia el sur por los bombardeos y los ataques terrestres israelíes. Los refugiados, según la ONU, se enfrentan a condiciones extremadamente precarias y un ataque israelí podría empujar a muchos gazatíes a cruzar la frontera. 

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Egipto ha negado en numerosas ocasiones que esté realizando preparativos de este tipo. Y si bien desde el gobierno en El Cairo han afirmado que tratarían con humanidad a los civiles en un potencial desplazamiento de palestinos, “no es nuestra intención proporcionar zonas o instalaciones seguras”, declaró en la conferencia de Seguridad de Múnich el pasado sábado el ministro de Asuntos Exteriores egipcio, Sameh Shoukry. 

Prepararse ante un eventual desplazamiento, aseguran desde el gobierno egipcio, alentaría a una mayor presión por parte de las fuerzas israelíes. No obstante, imágenes recientemente publicadas por la Fundación Sinaí para los Derechos Humanos (SFHR) el 15 de febrero revelan la construcción de un complejo rodeado de altos muros de hormigón a lo largo de la frontera con Gaza. Según los expertos, esta infraestructura podría estar destinada a albergar refugiados.


Trabajadores egipcios construyen un muro de hormigón cerca de la frontera con Gaza.

Reuters

Fotos y vídeos publicados por la organización muestran a trabajadores que utilizan maquinaria pesada para levantar barreras y torres de seguridad alrededor de una franja de terreno en el lado egipcio del paso fronterizo de Rafah. Shoukry, no obstante, negó que esas obras tuvieran ese fin. Preguntado el sábado por esta infraestructura, señaló que se trata de algo “muy hipotético”. “Nos hemos ocupado constantemente del mantenimiento de nuestra frontera, por lo que creo que es sacar conclusiones precipitadas sobre lo que constituyen esas actividades», afirmó.

La suerte de las personas refugiadas en la ciudad gazatí se ha convertido en un motivo de preocupación internacional, incluso para los aliados de Tel Aviv. Joe Biden, por ejemplo, recalcó a Benjamin Netanyahu la necesidad de crear un plan que garantice la seguridad de las personas allí refugiadas. Israel, por su parte, afirma que necesita ampliar su asalto a Rafah para acabar con Hamás, el grupo responsable del atentado del 7 de octubre en el que murieron 1.200 personas en Israel y otras 250 fueron secuestradas.

El alto riesgo para Al Sisi

Para los expertos, parece poco probable que Egipto esté preparado para gestionar un gran flujo de refugiados palestinos. La presencia de grupos insurgentes con afinidades ideológicas hacia Hamás y los Hermanos Musulmanes a lo largo de la frontera, junto con la posible llegada de palestinos que respalden a Hamás, plantea un serio riesgo para Al Sisi. Así lo explica Gillian Kennedy, profesora de Política y Relaciones Internacionales en la Universidad de Southampton, en un artículo para The Conversation.

Esto plantea una preocupación potencial para el líder egipcio, especialmente considerando la dura represión que ha sufrido la organización de los Hermanos Musulmanes desde el golpe militar de 2013, que destituyó al entonces presidente y líder de dicha agrupación, Mohamed Morsi, según señala Kennedy. Durante el período comprendido entre 2014 y 2016, el ejército egipcio llevó a cabo operaciones para bombardear e inundar los túneles que conectan Gaza con Egipto, al mismo tiempo que acusaba a Hamás de conspirar con los Hermanos Musulmanes contra el Estado.

Palestinos desplazados se refugian en un campamento de tiendas de campaña en la frontera con Egipto, en Rafah.


Palestinos desplazados se refugian en un campamento de tiendas de campaña en la frontera con Egipto, en Rafah.

Saleh Salem

Reuters

Sin embargo, la relación entre Hamás y Egipto no se limita únicamente a la hostilidad. Ambos han colaborado en operaciones de contrainsurgencia contra el Estado Islámico en el Sinaí. Además, Egipto ha desempeñado un importante papel mediador en las negociaciones de alto el fuego, tanto en el pasado como en la actualidad, entre Hamás e Israel, aunque las últimas rondas de negociaciones no han tenido mucho éxito. Esto ha generado un aumento del nerviosismo en el lado egipcio.

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¿Un alto el fuego cerca?

Este viernes comenzaron en París unas nuevas conversaciones para tratar de alcanzar una tregua en Gaza, en lo que parece ser el intento más serio desde hace semanas para detener los combates en el maltrecho enclave palestino y ver liberados a los rehenes israelíes y extranjeros. 

Los mediadores, informó Reuters, han intensificado sus esfuerzos para garantizar un alto el fuego en Gaza, con la esperanza de evitar un asalto israelí a la ciudad gazatí de Rafah. Israel afirma que atacará la ciudad si no se alcanza pronto un acuerdo de tregua, mientras que Washington le ha pedido que no lo haga, advirtiéndole de la posibilidad de un gran número de víctimas civiles si se produce un ataque contra la urbe. 

Se espera que Israel participe este fin de semana en las conversaciones en París con mediadores estadounidenses, egipcios y cataríes. Mientras tanto, Netanyahu presentó el jueves por la noche por primera vez un plan para ‘el día después’ del conflicto, en el que Israel mantendrá el control de seguridad sobre las áreas palestinas y hará que la reconstrucción dependa de la desmilitarización de la Franja.