Niños, hombres y mujeres se sumergen en las minas de cobalto en el Congo a cambio de un euro al día. Enferman y mueren en contacto con este mineral altamente tóxico, cuando no quedan sepultados en sus “minas artesanales” donde ni siquiera se rescatan los cadáveres; y todo, para que las baterías de nuestros dispositivos electrónicos duren un poco más. Extraen el 90% del cobalto utilizado por las grandes tecnológicas que juran que su explotación es limpia y respeta los derechos humanos. Kara recorre el infierno sobre la Tierra y lo cuenta en ‘Cobalto Rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes’ (Capitán Swing).