La alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, que en campaña electoral y después de ella, ha hecho bandera de no empadronar a los inmigrantes en su localidad, ha empezado a aceptar algunas de las solicitudes de empadronamiento de recién llegados al municipio. Eso sí, sigue apurando al máximo los plazos legales –tres meses es el tope que marca la ley-, hecho que deja en un limbo a los nuevos vecinos. Es el caso de Mustapha Bouraada, un hombre que supera los 50 años, que trabaja en la fábrica de Tensió Téxtil y que transcurridos tres meses desde su solicitud, ha conseguido empadronarse en Ripoll. El hombre, que sufre dolor crónico, celebra que ya puede programar una primera visita con un médico.