Sin apenas tiempo para digerir la debacle electoral de las gallegas, el estallido del ‘caso Koldo’ ha supuesto una nueva sacudida para el PSOE. La detención de Koldo García, quien fue mano derecha de José Luis Ábalos en el Ministerio de Fomento por estar implicado en una presunta trama de comisiones ilegales por la compra de mascarillas, mantiene a los socialistas en vilo. Entre la indignación y la incertidumbre sobre el alcance de una causa que se mantiene bajo secreto de sumario. En la dirección son cautos para no poner la mano en el fuego por nadie e insisten en que colaborarán con la justicia porque “los primeros interesados somos nosotros”.
Por el momento, ni en Ferraz ni en la dirección del grupo parlamentario se han planteado pedir el acta de diputado a Ábalos y dejan en sus manos dar las explicaciones pertinentes. “Esta dirección siempre actúa contra la corrupción cortando por lo sano”, concluía el secretario de Organización, Santos Cerdán. Un punto de equilibrio frente a voces como la del alcalde socialista de León (José Antonio Diez), quien apunta a que Ábalos «tiene responsabilidad también» como su superior directo.
La semana ‘horribilis’ de los socialistas ha estallado a Pedro Sánchez en el momento de mayor debilidad para el Gobierno. El pulso por la amnistía con Junts mantiene en el aire la legislatura. La posibilidad de llegar a un acuerdo sigue postergándose con la fecha límite del 7 marzo, tras acudir a los 15 días de prórroga que permite el reglamento para establecer un dictamen. Los socialistas intentan mantenerse firmes en sus líneas rojas, argumentando que las peticiones de Junts se toparían con el rechazo del Tribunal Constitucional. Los posconvergentes, por su parte, insisten en una “amnistía integral” que cubra a los acusados por terrorismo en la causa de Tsunami Democràtic, entre los que se encuentra el expresident Carles Puigdemont.
Sin avances, el Gobierno fía el acuerdo a la presión sobre Junts, por el coste electoral que supuestamente les acarrearía tumbar la norma. Tanto es así, que este miércoles fuentes socialistas cercanas a las conversaciones avisaban que ni siquiera llevarían la ley a votación si antes no había acuerdo. Retirarían así el texto de la ley antes de sufrir una derrota parlamentaria. Aunque fuentes de Moncloa aseguran que las negociaciones sobre la amnistía no se han vinculado a las de los Presupuestos, claves para medir el alcance de la legislatura, reconocen que sin la norma para dar carpetazo al ‘procés’ tampoco tendrán los votos de Junts para sacar adelante las Cuentas.
Sánchez se aleja de su ‘Tierra firme’, el título que eligió para su segundo libro, publicado tras la investidura. En este contexto, pedía el comodín del tiempo, más en la línea de su primer libro titulado ‘Manual de resistencia’, para insistir en que nada le impide estirar la legislatura hasta 2027. En conversación informal con los periodistas durante su viaje a Rabat este miércoles, trataba de impugnar la sensación de desgaste al asegurar que “la legislatura durará hasta 2027. Tengo todo el tiempo del mundo para tramitar iniciativas”.
Otra cuestión es el cómo. Los presupuestos pueden prorrogarse algún ejercicio, pero la acción del Gobierno depende de una geometría parlamentaria en la que los siete votos de Junts son imprescindibles para sacar cualquier medida adelante. En el cómo influirá también el alcance del caso Koldo. Hasta dónde y hasta quién llegan sus ramificaciones. Como ha informado La Provincia, del grupo Prensa Ibérica, Ábalos recomendó al Gobierno de Canarias la empresa de mascarillas de la trama del caso Koldo.
Sánchez pierde pie
El PSOE ha situado su listón contra la corrupción muy alto. No en vano, llegaron al Gobierno en 2018 con una moción de censura justificada, precisamente, por los casos de corrupción que salpicaban al PP. De mantener ese listón, sin pinchar su discurso sobre la ejemplaridad, dependerá que Sánchez no pierda más pie del que le están haciendo perder los independentistas.
Pero no todo acaba aquí. Las elecciones gallegas constataron un declive territorial de los socialistas. Los diagnósticos son muchos y variados. Desde el lastre de los acuerdos de investidura que censura el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, hasta la falta de liderazgos transversales entre los barones o proyectos de largo recorrido en las federaciones socialistas.
Sobre la necesida de rearmar las estructuras autonómicas advirtió el propio Pedro Sánchez en la reunión de la ejecutiva el pasado lunes, descargando responsabilidades en los territorios. Lo cierto es que el PSOE sufre una tendencia electoral regresiva que se inició en Castilla y León, continuó en Andalucía y Madrid y se consolidó en las pasadas autonómicas con la pérdida de una buena parte de su poder institucional. De gobernar en nueve comunidades autónomas a hacerlo solo en tres.
Renovación territorial
El PSOE tiene un problema a nivel autonómico que deberá resolver en los próximos meses y estos debates nunca se producen al gusto de todos. Sánchez quiere abrir, tras las elecciones europeas, una renovación territorial que se traducirá en congresos autonómicos. En no pocos territorios dan por hecho que habrá competición, con primarias y proyectos enfrentados. Como estuvo a punto de producirse en la Comunidad Valenciana y como ocurrirá en Extremadura.
Las gallegas han supuesto una sacudida y en Ferraz están dispuestos a pasar a la acción para revertir su fuerza menguante a nivel autonómico. No sin riesgos ni sin asumir una agitación interna, siempre con consecuencias imprevisibles. Antes de ello, las elecciones vascas del próximo 21 de abril y las europeas del 9 de junio. En estas últimas, ya sí, se medirán con todas las consecuencias Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo para ratificar si hay una corriente de castigo frente al Gobierno.
Todo está en el aire y Pedro Sánchez no es de los líderes que acuda al comodín del tiempo solo para sentarse a esperar confiando en que escampe. Si bien no será sencillo volver a alcanzar su ansiada ‘Tierra firme’ sin volver antes a revisar su ‘Manual de resistencia’. Sánchez consume una semana más en Moncloa con el partido más debilitado, el Gobierno aguantando la respiración sobre el caso Koldo y en pleno pulso con los posconvergentes, siempre impredecibles.