Quería Ricky Rubio que su vuelta a una cancha de baloncesto tuviera algo de simbólico. Por eso, hacerlo donde lo había dejado 201 días atrás, en una concentración de la Selección española, era la manera perfecta, si es que la había, de proclamar que había dejado atrás sus problemas y que estaba listo para el regreso a la competición.

La conexión de Rubio con Scariolo quedó claro hace unos días que es especial y el entrenador quiso contribuir a esta ceremonia de regreso aportando su granito de arena. Dijo en la previa que no le veía todavía a su mejor nivel, que le faltaba aún ritmo, pero eso no fue óbice para que le incluyera en el quinteto inicial. 

«Me he sentido bien, casi como un ‘rookie’, con muchos nervios pero al final es baloncesto, es como aprender a andar en bicicleta y va a costar, pero estoy contento. El amor al baloncesto siempre ha estado ahí, se oscureció un poco y ahora tenemos que quitarle un poco el polvo para volver a disfrutar», dijo el propio jugador después del partido contra Letonia que se saldó con derrota. 

Fue un partido de menos a más. Pese a que Scariolo apostó por él de inicio, su inactividad y seguramente incluso sus nervios se notaron. Su primer lanzamiento ni siquiera llegó a tocar el aro, aunque poco a poco fue afinando la puntería hasta el punto de que pudo ser la clave de una remontada de España que al final se vio frustrada por el acierto letón.

Director de juego

La mitad del primer cuarto aguantó sobre la cancha Ricky Rubio. Nada mal para venir de una inactividad tan larga y teniendo en cuenta que se lanzaba a la piscina ante un partido de exigencia internacional. Lo cerró sin puntos, con tres lanzamientos ensayados sin acierto, aunque con 1 rebote y 1 asistencia.

El director de juego, que en total estuvo sobre la pista 20 minutos y 13 segundos, anotó 11 puntos, capturó 1 rebote y dio 5 asistencias para una valoración final de 3 créditos, estuvo más brillante en el arranque en otras facetas al margen de la anotadora.

Sus compañeros le buscaban sabiendo que en condiciones normales tiene que ser el guía y el faro de este equipo, y eso poco a poco le hizo ir ganando confianza. De hecho, una asistencia maravillosa a Pradilla, engañando al defensa letón, fue un chispazo que ilusionó a todo el público de Zaragoza.


Ricky Rubio, en el partido de su vuelta con España.

EFE

Sus primeros puntos en esta nueva etapa en el baloncesto llegaron desde la línea de tiro libre. Había estado fallón en los tiros con el juego corrido, pero no perdonó en esta faceta. Restaban entonces 49.2 segundos para el tiempo de descanso y acercó el marcador hasta el 35-40 que daba alas a España. 

Tras el intermedio Scariolo le dio otros cinco minutos en el tercer cuarto. Ahí tampoco fue capaz de anotar ninguno de sus tiros de campo, pero sí que dejó destellos de lo capacitado que está para llevar la dirección de un equipo. Después de hacer su tercera falta personal, volvió al banquillo. 

En el último cuarto, su figura emergió con más fuerza todavía. En el momento crítico, anotó su primer lanzamiento de campo a falta de 2:50 para el final. Fueron 4 puntos consecutivos, porque después encestó dos tiros libres que volvían a hacer creer a España en la remontada. 

Incluso se dio el gustazo de anotar un triple para poner el 71-73 en un instante clave. Sin embargo, posteriormente falló dos tiros libres que se antojaban fundamentales para haberle dado la vuelta al encuentro. Hubiera sido su regreso perfecto. 

Más allá del resultado, lo que todo el baloncesto celebró fue ver el regreso de Ricky Rubio a una cancha 201 días después de hacer aquel parón para cuidar su salud mental. Fue tan sólo un punto y seguido, porque Ricky lo retoma donde lo dejó y está preparado para asumir su vuelta.