En estos momentos hay al menos 10.000 toneladas de basura espacial orbitando justo encima de nuestras cabezas. Se trata, en su mayoría, de restos de antiguas misiones espaciales, fragmentos de cohetes y satélites en desuso que, tras acabar su vida útil, se quedan pululando a cientos de kilómetros de la Tierra. Cada vez son más las voces dentro de la comunidad científica que alertan sobre el grave problema que suponen estos objetos espaciales descontrolados tanto para otras misiones como, eventualmente, para los propios terrícolas. «Estamos hablando de un problema de primera magnitud. Es como si cada semana cayera un coche desde el espacio y cada seis meses un fragmento del tamaño de un autobús», comenta Alberto Águeda, director de la división de vigilancia espacial de GMV.