La segregación del regulador energético de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) vuelve a poner en duda la independencia del organismo. Las funciones que tendrá la nueva Comisión Nacional de la Energía (CNE) sobre el papel son muy parecidas a las que tiene actualmente como organismo integrado –más allá de nuevas materias de estudio como el hidrógeno verde o nuevos objetivos como la descarbonización–, pero su escisión vuelve a poner sobre la mesa las dudas sobre un organismo constituido con carácter independiente en vísperas de decisiones que marcarán la senda del sector en los próximos años.