Con una media de diez desfiles y cerca de quince presentaciones y eventos por jornada, la semana de la moda milanesa arroja, durante cinco días, luz sobre las tendencias que marcarán la temporada otoño-invierno 2024-2025.
Diesel, el imperio construido por Renzo Rosso en 1978 sobre la base del denim, ha recuperado su sello disruptivo con el diseñador Glenn Martens, que desembarcó en la enseña hace cuatro años para crear lujo comercial. Tal es su aspiración de llegar al público que el desfile estuvo precedido por una iniciativa innovadora: días antes, desde sus plataformas digitales, se mostraron en directo los preparativos del mismo, el casting de modelos, el taller … «Diesel es una democracia de la moda, por lo que es natural que revelemos lo que normalmente se mantiene oculto», insistía Martens, antes de un show en el que jugó con tela vaquera para crear trampantojos, con tejidos gruesos enmarañados en abrigos, faldas y accesorios.
También vimos denim y, por supuesto, piel, en Fendi. La casa romana está capitaneada por un trío visionario: el director artístico de alta costura y mujer, Kim Jones, (que relevó al llorado Karl Lagerfeld) y dos mujeres de la familia; Silvia Venturini Fendi, directora artística de accesorios (responsable de bolsos icónicos como Peekaboo, Baguette y Origami, y de la recién llegada cartera Simply Fendi) y de ropa de hombre; y su hija, Delfina Delettrez Fendi, a cargo de la joyería. Ante artistas como la española Aitana, muy puntual, Jessica Biel o Amber Valetta, la colección representó varias dualidades. El estilo londinense y el romano, la sofisticación y la comodidad.
“Recuerdo cuando conocí a Silvia Venturini Fendi por primera vez; llevaba puesto un traje utilitario muy elegante – casi un traje de safari. Eso formó en esencia la visión de lo que es Fendi: es cómo viste una mujer que tiene algo sustancial que hacer. Y puede divertirse mientras lo hace”, señala Jones. Pasearon minifaldas con botas, sutiles transparencias e importantes joyas con cadenas. Y ante todo, técnica y artesanía.
Los opuestos inspiraron a Alberta Ferretti, quien alternó looks lenceros, como el que vestía Deva Cassel (hija de los actores Vincent Cassel y Monica Bellucci, una modelo a tener en cuenta), súper femeninos con impecable sastrería. Tweed y lentejuelas. Y, nuevamente, transparencias. Sobre la pasarela, Irina Shayk mostró poderío mientras que otra top, Ashley Graham, deslumbraba en el front row.
Desde la enseña N.º 21 Alessandro dell’Acqua jugó a combinar animal print con flores o cuadros. Accesorizó sus propuestas con grandes boas al cuello, botas y bailarinas destalonadas, acabadas en punta. Las escuetas minifaldas y las transparencias también se asomaron a este show.
El suelo sobre el que paseaban las modelos en Roberto Cavalli (con la presencia destacada de Mariacarla Boscono) era de elegante mármol. Y varias prendas, desde vestidos a potentes abrigos plumas, estaban estampadas con un dibujo que emulaba tan noble material, muestra de la barroca opulencia seña de la casa. Su diseñador, Fausto Puglisi, cerró el espectáculo con varios conjuntos negros, elegantes.