Alberto Núñez Feijóo ajustó cuentas con el PSOE en el comité ejecutivo de este martes, rodeado de la mayoría de sus presidentes autonómicos y cargos de peso del partido. Lo hizo con un mensaje que resume la tensión vivida en la campaña de estas elecciones en Galicia y la importancia que para Génova tenía el resultado: “Si querían que las gallegas fueran un plebiscito sobre mi liderazgo, ahí tienen el resultado”. El respaldo al líder nacional es total y los barones -muchos tomaron la palabra para decirlo delante del resto- son conscientes de que Feijóo necesitaba una victoria tan rotunda para pasar una amarga página y coger impulso de nuevo.
Pero ni siquiera la celebración -que aún dura- ni la muñeira que estuvo a punto de bailar al lado de Alfonso Rueda este martes en la sede nacional evita que haya un mensaje de fondo: “No podemos confiarnos ni despistarnos”. La conclusión sale de distintos presidentes regionales, pero también de la dirección nacional. Todos coinciden en que “Galicia tiene que ser el principio” y que la única vía de desgaste a Pedro Sánchez debe seguir siendo la de cosechar éxitos electorales.
Las siguientes serán las elecciones vascas –aún por convocar, pero previstas para el entorno del 21 de abril–. El PP tiene limitaciones evidentes en ese territorio, pero aspira a mejorar los cinco diputados que logró en las últimas en coalición con Ciudadanos. Tener un resultado “digno”, dicen algunos cargos, sería suficiente. Si a eso se añade una bajada del PSE, “aún mejor”. Pero la gran baza, insisten, serán las elecciones europeas de junio.
En esa cita, que se vota en circunscripción única, los que se midan con independencia de los cabezas de cartel volverán a ser Feijóo y Sánchez. Es en esa cita electoral donde los territorios vuelven a pedir una victoria contundente que, como mínimo, “preocupe” al PSOE.
En el partido dan por descontado un Vox a la baja a pesar de que son las elecciones donde los ultra aspiran a mejorar expectativas por la ola de extrema derecha que recorre buena parte de Europa. Muchos dirigentes del PP creen que en España podrán capitalizar el “voto útil” en torno a sus siglas también en las europeas. Reconocen que no se puede comparar a Galicia porque el partido de Santiago Abascal no existe. Pero si a ese fracaso se suma la desaparición en el País Vasco habrá una sensación de descomposición que los populares quieren aprovechar. Y consideran que el PSOE debería sufrir “otro revés” en las urnas.
No será sencillo, apuntan otros dirigentes más cautos, recordando que en Europa Sánchez “se mueve como pez en el agua”. Precisamente por eso, alertan en la dirección nacional, “hay que trabajar por una victoria muy clara”. Y en esa clave, y conscientes de que no pueden elevar las previsiones de cara a Euskadi, en el partido creen que no se debe confundir la celebración de Alfonso Rueda y el éxito innegable del PP gallego con la sensación de que “todo vuelve a estar en su sitio”. Habrá que trabajarlo, dicen, y extraer lecciones de la campaña gallega que también habrá que abordar en un futuro no lejano.
Galicia terminó siendo un alivio porque cundió el pánico, sobre todo en Madrid, de que realmente pudiera haber un vuelco en favor del BNG y el apoyo del PSOE gallego. Nada más lejos de la realidad. El PP demostró la fuerza de su maquinaria en esta comunidad y los socialistas quedaron hundidos. Pero por el camino hubo mucho sufrimiento. Y ahora, aunque algunos insisten en dedicar unos días para saborear la victoria -lo hará de nuevo Feijóo frente a Sánchez este miércoles en el control al Gobierno- lo cierto es que los dirigentes mantienen un discurso prudente.
Y esa prudencia, confirman a este diario, tiene que ver con que las elecciones gallegas, en el fondo, siempre estuvieron planteadas para ganar. Es cierto que muchos ven ahora a Rueda consolidado: la campaña se complicó, consiguió mantenerse firme en su guión y, al final, obtuvo un resultado que incluso en territorios como Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso arrasó, consideran “espectacular”. Unos 70.000 votos más que el propio Feijóo en 2020 y el porcentaje de apoyos volvió a superar el 47% con un aumento importante de la participación.
A Madrid tuvo que recurrir, precisamente, el líder nacional hace días, cuando la campaña parecía descontrolarse a causa de los indultos y la amnistía. Como publicó este diario, la presión interna llevó a Feijóo a endurecer ese mensaje tras las advertencias de muchos territorios, especialmente el madrileño, de que no se entendía internamente que hablara ahora de “indultos condicionados”. En la tarde del lunes, ya en la última semana de la campaña, el líder nacional cambió el paso. Y esos días fueron cruciales para reconducir la situación reforzando el mensaje autonómico y yendo a por el BNG.
Para prosperar en los éxitos electorales futuros hay muchos en el partido que apuntan a la necesidad de recuperar credibilidad ante las bases más permeables al debate nacional tras los titubeos con la amnistía y los indultos. Es lo que cargos del PP llaman “liderazgo moral” y que ven tocado tras las últimas dos semanas. Galicia aguantó y demostró lo que es allí el partido, reflexionaron tras el 18F, pero apuntaron también a la “necesidad” de “dejar clara la postura” si quieren realmente mantener el pulso social y el apoyo mayoritario de su espacio político y del malestar aglutinado contra Sánchez y los independentistas. Y sin duda, y aquí está el problema recurrente en el PP, hay distintas sensibilidades sobre cómo afrontarlo. Galicia fue un alivio y ha dado un respiro, pero hay debates que se reabrirán.