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El español que trabaja en la nave que devolverá a los humanos a la Luna

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Carlos García Galán vive ahora en Cleveland (EEUU). Pero nació en Vélez-Málaga y estudió en Madrid antes de dar el salto a América persiguiendo su gran sueño: trabajar en la NASA. Lo consiguió, por supuesto, y ahora es una de las pocas voces españolas en la agencia aeroespacial más importante del planeta. En los últimos años, además, ha trabajado en la nave Orión, que en las próximas décadas jugará un papel fundamental en el futuro de la humanidad.

Hablamos de la nave que está utilizando la NASA en su programa Artemis de exploración espacial, el más ambicioso del mundo. No es para menos, porque tiene como objetivo realizar pruebas en la Luna para, en un futuro, poder llevar humanos a Marte. A finales de 2022 la agencia estadounidense dio el primer paso con Artemis I, una misión no tripulada que orbitó el satélite. En 2025 lanzará Artemis II, que hará un recorrido similar pero con tripulación humana a bordo. Y finalmente, si todo va según lo previsto, en 2026 el hombre volverá a poner el pie en la Luna más de 50 años después, gracias a la misión Artemis III.

Todas esas misiones se realizarán a bordo de Orión, la nave que, como explica García Galán «llevará a la Luna a los astronautas en las próximas generaciones». Estos días el ingeniero ha vuelto a su ciudad natal para impartir una conferencia en el Small Satellites & Services International Forum (SSSIF), un congreso internacional sobre pequeños satélites y servicios que reúne a expertos de todo el mundo, que se está celebrando en Málaga entre los días 20 y 22 de febrero. Y con esa excusa, El Independiente ha repasado con él todos los temas de actualidad de la NASA y del sector espacial.

Pregunta. Lo primero, pregunta obligada. ¿Cómo ha llegado un malagueño a trabajar en la NASA?

Respuesta. Cuando estaba en Málaga, y luego en Madrid, siempre supe que quería trabajar en el programa espacial. Era algo que me inspiraba y era mi pasión. Seguía mucho los vuelos espaciales y todo lo que hiciese la NASA, y aunque parecía muy difícil, y todo el mundo me decía que era muy difícil, me enfoqué en los pasos que tenía que dar para llegar hasta allí. Empezando por los estudios en la universidad y siguiendo por algunos proyectos. Y luego conocí a algunas personas. Lo conseguí con determinación.

P. ¿Sabes si hay más españoles en la NASA y a qué se dedican?

R. Hay varios, pero casi todos tienen alguna conexión americana, porque para trabajar en la NASA como funcionario tienes que ser estadounidense, aunque también puedes trabajar de soporte. Pero he conocido a muchos más españoles de la Agencia Espacial Europea trabajando en el proyecto de Artemis, y también a españoles que están trabajando en empresas que contribuyen directamente a la nave Orión o al propio programa, como Crisa -una filial española de Airbus-. Así que he tenido contacto con bastantes, en diferentes roles y en distintas empresas y agencias.

P. ¿Cuál está siendo exactamente tu trabajo en la nave Orión?

R. Yo en la NASA empecé siendo controlador de vuelo de la Estación Espacial Internacional durante varios años. Pero con la nave Orión he hecho de todo. Comencé con los sistemas de protección para fallos, porque tenía el conocimiento de un controlador de vuelo, que son los que se dedican precisamente a eso. Protegen a la nave de los fallos una vez que ocurren e intentan solucionarlos con los astronautas. Así que hemos intentado coger esos procedimientos y extrapolarlos a la nave.

De ahí pasé más a la integración de los sistemas, que es básicamente cualquier cosa que requiera coordinar varios de ellos. Por ejemplo, en la misión de Artemis II hemos puesto un telescopio láser para mejorar la comunicación y poder mandar más vídeos y fotos. Y todo ese tipo de cosas eran las que yo integraba en la nave. Desde ahí seguí subiendo escalones en el programa Orión y ahora soy el mánager de todo el equipo que hace la integración del Módulo de Servicio Europeo de la nave.

P. Háblame un poco de la nave. ¿Qué características tiene y como es por dentro?

R. La nave es una cápsula con un módulo de servicio similar a de las misiones Apolo -que fueron las que llevaron por primera vez al hombre a la Luna-. Pero más allá de la apariencia no se parecen en nada más. Orión tiene capacidad para cuatro astronautas y tiene espacio para hacer ejercicio, una mini cocina y un baño.

La nave puede mantener a los astronautas vivos, con todos los sistemas operando, durante 21 días. Lo que pasa es que normalmente no va a estar tanto tiempo, porque cuando vaya a la Luna se acoplará a algo, bien a la nave de alunizaje o bien a la Estación Gateway. Así que lo normal sería que la nave viaje sola de cuatro a siete días, más allá de que técnicamente pueda hacerlo durante 21 días.

En cuestión de tecnológica, imagínate. Es una generación totalmente diferente en todas las capacidades: comunicaciones, materiales para proteger a los astronautas de la radiación…. Y es totalmente autónoma. De hecho, en Artemis I, la misión que hicimos entre noviembre y diciembre del 2022, Orión funcionó de manera totalmente automática. Le mandábamos comandos porque cambiábamos los planes, pero desde el despegue hasta que llegue a la Luna y vuelva podría ir sola. Aunque por supuesto los astronautas tienen el control y desde el centro de control de Houston también podemos dirigirla.

P. ¿En cuántas misiones está programado que se utilice la nave Orión?

R. En Florida, donde hacemos toda la integración, tenemos la nave de Artemis II, que está ya totalmente integrada al módulo de servicio, la cápsula de la nave de Artemis III, a la que estamos poniendo todos los cables y tuberías, y también la nave y el módulo de circulación de Artemis IV. De las misiones ya planeadas, está previsto utilizar la nave Orión hasta la Artemis VIII o IX. Aunque hay componentes que queremos reutilizar en las misiones. En cualquier caso, Orión va a ser la nave que utilizará la NASA para los vuelos a la Luna durante las dos próximas décadas.

P. ¿Se harán muchos cambios en la nave para las diferentes misiones Artemis?

R. Hay varios cambios, pero las variaciones más grandes se hicieron de Artemis I a Artemis II, porque hubo que habilitarla para que pudiera ir tripulada. A partir de ahí en el módulo de servicio y el módulo de tripulación habrá cambios, pero no serán muy importantes. Sólo algunos ajustes, porque la capacidad la tenemos ya.

P. La NASA consiguió llevar humanos a la Luna hace más de 50 años. ¿Por qué no lanzáis directamente Artemis III para que alunice? O en otras palabras, ¿por qué es necesario lanzar primero Artemis I y Artemis II aunque no vayan a aterrizar en la Luna?

R. La arquitectura y las capacidades de la nave en el programa Apolo se desarrollaron con el único objetivo de llegar a la Luna. Había otra filosofía. Pero ahora hemos construido un sistema totalmente nuevo, que está diseñado para ser sostenible, para poder alunizar en cualquier parte de la Luna e incluso para poder extrapolarse a misiones espaciales que duren meses. Pero todo eso hay que testearlo, y para eso se necesitan dos o tres misiones de prueba. Porque vamos a empezar explorando los polos de la Luna, pero luego la ciencia nos llevará a donde sea.

Además, estamos colaborando con SpaceX -la compañía de Elon Musk- y con Blue Origin -fundada por Jeff Bezos-. La idea de hacerlo así es que ellos traigan innovaciones y nuevas ideas. Cosas que nosotros igual no las habríamos hecho, pero que si podemos chequear y demostrar que son avances seguros y eficientes para nuestra misión pueden hacer que nos beneficiemos todos. Es algo parecido a lo que se está haciendo ya para llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional. Pero todo eso también hay que probarlo.

P. ¿A día de hoy el polo sur de la Luna es la región más interesante a explorar en el satélite?

R. Es interesante porque creemos que hay agua, y además queremos ir allí porque creemos que podemos explorar materiales y probar tecnología como parte del programa Artemis. Pero lo importante del agua sería conseguir extraerla y convertirla en propelente para cohetes, en oxígeno o hidrógeno líquido, o incluso también en agua potable. En esa región hay cráteres que tienen sombra permanente, pero se puede acceder a ellos a través de zonas donde sí da el Sol para utilizar paneles solares y no tener que llevar muchas baterías. Por eso los polos son tan interesantes.

P. ¿Cuáles son los grandes retos de colonizar la Luna y Marte?

R. La Luna en realidad es un campo de pruebas, pero no es mucho más. Vamos allí para probarlo todo, incluido las bases humanas y que los astronautas vivan en periodos extensos. Pero lo de Marte es diferente. Se tarda tanto tiempo en llegar que necesitamos poder hacer misiones mucho más largas, y la distancia hace que el tema de las comunicaciones sea más complicado.

Ahora mismo estamos acostumbrados una logística de horas para llegar a la Estación Espacial Internacional, pero vamos a tener que aprender a hacer eso en días. Si se te rompe algo, si hay que llevar agua, comida o componentes… No se trata de una tecnología en concreto, se trata de aprender a hacer muchas cosas nuevas para que los astronautas puedan vivir tan lejos de la Tierra. Y todo eso lo vamos a probar en la Luna.

P. ¿Y cómo se puede colonizar Marte de manera sostenible?

R. Eso es lo que estamos intentando estudiar ahora mismo. Ahí entra el trabajo conjunto de programas gubernamentales, que requieren mucho dinero, y de empresas privadas que busquen ideas nuevas para poder hacerlo de manera que les reporte ingresos y puedan hacer negocio.

Tenemos que averiguarlo y la manera es colaborar juntos. Lo que se ha hecho ya mucha gente ni se lo hubiera podido imaginar: compañías comerciales llevando astronautas a estaciones espaciales. Ahora han visto que puede ser algo económicamente muy interesante para ellos. Y queremos duplicarlo en la Luna llevando provisiones a nuestras bases, con las comunicaciones y creando un sistema localización como el GPS. Y si podemos hacer todo eso en la Luna, lo necesitaremos también en Marte.

Desarrollar eso nos ayudará a aprender a vivir allí. Y a partir de ahí podremos hacer minería, investigaciones o cualquiera sabe. Pero el mero hecho de dar ese paso ya nos habrá beneficiado inmensamente. Y una vez lo hagamos quién sabe realmente lo que vamos a encontrar. 

P. Quería preguntarte precisamente por la colaboración con las empresas privadas, y en concreto con SpaceX. ¿Se ha convertido en el socio privado de referencia del sector espacial?

R. Bueno, ellos han traído muchas ideas nuevas. Han hecho cosas que mucha gente pensaba que no eran viables, como lo de reutilizar los cohetes para abaratar el precio de los lanzamientos, que es algo muy importante porque si es tan caro llevar cosas al espacio es casi imposible disfrutar de los beneficios de hacerlo.

Creo que es el ímpetu que tienen en innovar y en intentar hacer lo imposible, que algunas veces no sale, pero muchas veces sí. Eso les ayuda mucho y para nosotros es importante. Pero SpaceX no es la única que ha hecho esto. Por ejemplo en el módulo de alunizaje de la nave Orión no podemos depender solo de SpaceX, por eso hemos contratado también a Blue Origin para ver qué beneficios tienen las dos, cómo lo hacen y después decidir a quién le compramos los servicios.

P. O sea, que elegiréis entre una u otra

R. Eso es. Artemis III y IV las vamos a hacer con SpaceX, y las dos siguientes sabemos que vamos a hacerlas con Blue Origin. A partir de ahí, si todo les va bien en el desarrollo de sus naves, pues ya veremos cual tiene las mejores capacidades. Tener varias opciones es algo que es importante y lo hemos aprendido, porque nunca se sabe. Igual descubres un fallo que requiere un año para arreglarse y no podemos esperar ese tiempo.

P. ¿Qué relación hay entre la NASA y la Agencia Espacial Española, que se creó el año pasado?

R. La Agencia Espacial Española acaba de firmar los acuerdos Artemis, y es algo muy importante porque eso significa que ellos se identifican con la visión de exploración espacial de la NASA. Aunque por supuesto ya trabajábamos con ellos a través de la ESA, a partir de ahora se pueden buscar más acuerdos, quizás bilaterales entre los dos, para buscar áreas en las que nos podamos beneficiar todos. Es algo que todavía está eso en proceso de estudio.

P. Quiero preguntarte también por la Estación Espacial Internacional, porque tiene fecha de caducidad. ¿Qué planes hay con ella? ¿Habrá un relevo natural o no? Porque sabemos que hay iniciativas para hacer estaciones privadas, como la de Axiom Space.

R. Esperamos que haya relevo natural, porque además hay mucha demanda ahora de empresas que quieren tener sus propios proyectos, más o menos grandes. Pero hay muchas opciones. Desde que alguien quiera operarla y nos de una propuesta de cómo hacerlo para mantenerla en servicio, hasta que ese relevo natural sea con otro sistema muy diferente, pero con el que podamos beneficiarnos todos. Todo eso se está estudiando. Los planes de la NASA cuentan con no tener que poner tanto dinero para la estación a partir del 2030, pero hay que ver cómo se hace. Puede que alguien la opere de manera independiente o utilicemos otra plataforma.

P. Si te digo que tienes que apostar todo tu dinero a una fecha para que los humanos lleguemos a Marte, ¿cuál me dices?

R. Es un poco ficción y una opinión totalmente personal, pero yo diría que quizás al final de la década de 2030 o a principios de la de 2040. Y me baso en que creo que la irrupción de empresas privadas nos va a ayudar a acelerar ese proceso. Yo espero trabajar al final de mi carrera en alguna de estas misiones, o aunque sea verlas. Pero de momento creo que esta década trabajaremos para volver a la Luna, y la siguiente nos centraremos en los sistemas para trabajar en su superficie. Y cuando acabemos con eso, nos pondremos con los sistema de Marte. Yo espero poder ver una misión para entonces, aunque no aterrice y se limite simplemente a orbitar el planeta y volver.

P. La última. Si todo eso sale bien y llegamos a la Luna y luego a Marte… ¿Luego qué? ¿Cuál puede ser el siguiente objetivo? ¿Dónde más queréis llevar humanos?

R. Una vez que lleguemos a Marte va a haber tanto que hacer que yo creo que vamos a estar mucho tiempo muy enfocados allí. Por eso es difícil pensar cuál es el siguiente paso. Vamos a llegar a Marte y vamos a aprender cosas que ni nosotros nos imaginamos. Igual lo que creemos que va a ser difícil acaba siendo fácil, y eso nos va a guiar para ir a un sitio u a otro sitio. Dicho esto, igual lo siguiente son viajes más profundos en el espacio, como ir a alguna luna de Júpiter o al sistema solar más profundo. Pero, de nuevo, dependerá de lo que podamos conseguir hacer en Marte.

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