El deshielo del permafrost podría hacer que los ríos existentes se expandan y se formen otros nuevos, en lo que podría convertirse en un circuito de retroalimentación del cambio climático, de acuerdo a un nuevo estudio. Además, los suelos congelados del Ártico pueden almacenar una cantidad significativa de carbono orgánico, propenso a la oxidación y a la producción de gases de efecto invernadero: de quedar expuestos, podrían generar emisiones equivalentes a las producidas por 35 millones de vehículos en un año.