La monarquía británica vive momentos de incertidumbre. Al menos en cuanto a problemas de salud se refiere. En las últimas semanas han coincidido varios ingresos y comunicados preocupantes: el rey Carlos ha sido diagnosticado con un tipo de cáncer detectado durante su intervención hospitalaria por un agrandamiento benigno de la próstata, que se ha producido poco después de que supiéramos de la cirugía abdominal de la que aún se recupera la princesa de Gales, Kate Middleton, y de conocer también que Sarah Ferguson, la ex del príncipe Andrés, padece un melanoma maligno.