Lautaro Martínez (Bahía Blanca – Argentina, 1997) está viviendo su mejor temporada con la camiseta del Inter. Frente a la Salernitana firmó el gol número 23 en lo que va de año, con el que se convirtió en el octavo goleador histórico de los ‘nerazzurri’ con 125 dianas. Superó a Mauro Icardi y ya es el argentino más goleador en la historia de un conjunto ‘interista’ al que liderará este martes (21:00 horas) frente Atlético. Curiosamente, el campeón del mundo pudo jugar los octavos de la Champions en el otro bando, porque a finales de 2017 tuvo un acuerdo firmado con los rojiblancos.
Por aquel entonces Lautaro era un delantero de 20 años que despuntaba en el Racing de Avellaneda. Había crecido a través de las inferiores de la ‘Academia’ después de despuntar en su Bahía Blanca natal. Se tomó el reto de ser profesional con una madurez impropia. Hasta le pedía una alimentación específica a su madre para los días de partido cuando no tenía más de diez años. Aprovechaba todas las oportunidades que se le brindaban, como cuando se convirtió en el máximo goleador del Torneo Internacional de la Alcudia (Valencia).
Un contrato de seis temporadas y 12 millones de euros
Aquella exhibición atrajo el interés del Real Madrid, Atlético y Valencia, que se incrementaría con otro gran rendimiento en el Sudamericano Sub-20 de 2017. Su vida ha estado detrás de una pelota desde siempre. Su padre, Mario, jugó 21 años y llegó hasta el segundo nivel argentino. Hasta su abuela resultó una de las precursoras del fútbol femenino en Bahía Blanca, una tierra de baloncesto. De hecho, el menor de sus hermanos, Jano, es un base prometedor. Lautaro tuvo que elegir entre los dos deportes.
Optó por el fútbol, aunque en televisión prefiere las canchas de básquet. Tampoco lo prefirieron a él Boca Juniors y San Lorenzo, con los que hizo sendas pruebas (el ‘xeneize’ intentaría su fichaje antes de marcharse a Europa). Le acusaron de ser lento o de carecer de técnica adecuada, defectos que no vieron en Racing de Avellaneda. En octubre del 2015, el ‘Toro’ -apodo que recibe por una de sus celebraciones en la que simula dos cuernos- debutó en Primera del fútbol argentino reemplazando a Diego Milito. Éste fue imprescindible, primero como ejemplo, y después en la negociación que le llevó al Inter.
En el ocaso de 2017, Andrea Berta, director deportivo del Atlético se desplazó a Argentina. Lautaro iba a firmar un contrato de seis temporadas. Era del gusto de Simeone. El conjunto rojiblanco pagaría 12 millones y, como sucede en este tipo de operaciones, le dejaría en Racing cedido hasta final de temporada para poder jugar la Copa Libertadores. «En un 99% se hace el pase», reconocía Roly Zárate, el agente de Lautaro, del que hay una fotografía posando con una carpeta del Atlético y un precontrato. Hasta que el Inter puso su maquinaria en acción, tal y como recordó Piero Ausilio, director deportivo del Inter, en una entrevista con ‘Radio TV Serie A’.
Milito y Zanetti para evitar el fichaje por el Atlético
«Fue una historia especial: de hecho, ya era jugador del Atlético. Cogimos un avión para jugarnos nuestro 1% con el riesgo de hacer el ridículo, pero fueron cuatro días locos. Solo faltaba el último acuerdo entre el jugador y el Atlético, pero había una cláusula que Lautaro no quería e hicimos un gran trabajo en equipo«, explicó el responsable ‘interista’.
Aunque la operación no habría sido posible sin la intervención de dos leyendas argentinas de los ‘nerazzuri’. En primer lugar, el ya citado Milito, «quien se puso durísimo con el presidente de Racing Club cuando ya estaba todo cerrado». En segundo, Javier Zanetti trabajó con Zárate, el representante. Al cóctel hubo que sumar un gran partido de Lautaro, autor de un ‘hat trick’ que elevó la cuenta a pagar hasta los 25 millones de euros.
Como ocurrió con su marcha a Avellaneda, el gran reto de Lautaro no era futbolístico. La morriña era un elemento clave que casi le hace abandonar Racing. La salud de uno de sus hermanos se vio resentida por la ausencia del jugador. Su familia llegó a decirle que se mudaría a Buenos Aires para estar más cerca. En los primeros tiempos en Milan era también recurrente el deseo de aprovechar la aventura en Europa para después volver.
La espina del Mundial de Qatar: «Me encerraba y lloraba»
Por eso le dolió tanto su papel circunstancial en el Mundial de Qatar. Lautaro fue el goleador del ciclo triunfal de Lionel Scaloni, pero las carencias del Inter en ataque le hicieron forzar más de la cuenta. «No quería parar, porque Correa y Lukaku estaban lesionados. Solo quedaba yo de delantero. Estuve jugando vendado, con pastillas e infiltrándome«, confesó el ariete, que llegó entre algodones en el debut frente Arabia Saudí.
Le anularon dos goles, Argentina perdió en su debut y Lautaro cayó lesionado. Julián Álvarez acabó por quitarle el puesto y la aportación del ‘Toro’ se redujo a las tandas de penaltis. Poca e intensa, pero decisiva. «Me encerraba, lloraba y lo pasaba mal en mi habitación. Hice venir mucho a mi hija para que me diera el toque de felicidad y cariño que necesitaba. Tuve suerte de tener cerca a mi familia», relató el jugador del Inter.
A Lautaro le obsesionaba más el final de su carrera que el propio hecho de hacerla, porque siempre había vivido a través del retrovisor. Incluso después de proclamarse campeón del Mundo con Argentina y estar a las puertas de una final de Champions, el delantero aseguraba: «Mi sueño es volver a Racing». Sin embargo, el marco mental está completamente superado para uno de los arietes más en forma del ‘Viejo Continente’.
Lautaro Martínez y Marcus Thuram, una dupla letal
Es febrero y Lautaro está ya a un solo gol de superar sus mejores registros en la Serie A que comanda con mano de hierro el Inter, que ganó la Supercopa de Arabia. «Afrontamos todos los partidos de la misma manera. A veces se hace difícil, pero intentamos siempre recuperar el balón arriba, porque eso te da más oportunidades para marcar y ganar. Contra el Atlético saldremos con la fuerza de este grupo. Han llegado jugadores nuevos, pero todos se han puesto a disposición del equipo», analizó el argentino después del último triunfo en el ‘calcio’.
El conjunto de Simone Inzaghi es un ejemplo de fiabilidad, con un 3-5-2 que utiliza desde su etapa en la Lazio. Se trata de un sistema en el que tiene una gran importancia los movimientos y espacios que ocupan los delanteros. Lautaro es un fijo que ha encontrado un aliado perfecto de su misma quinta: Marcus Thuram, hijo del mítico Lilian. Juntos llevan 35 goles y 16 asistencias.
Son una maquinaria infalible que ha hecho olvidar a la dupla que formaban Lukaku y Dzeko. Los 25 millones que en su día invirtió el Inter en el argentino están más que amortizados en un jugador que tiene una valoración de 110. El alemán llegó a coste cero del Mönchengladbach. El que nunca lo hizo fue Lautaro al Atlético, por culpa «del 99%» de posibilidades que el Inter, con Milito y Zanetti, convirtieron en minoría absoluta.