La debacle electoral del PSOE en Galicia ha reavivado los temores de la principal voz crítica con Ferraz, el barón manchego Emiliano García-Page, sobre el lastre territorial de los pactos de investidura y la relación no competitiva con las fuerzas soberanistas. En Ferraz niegan cualquier influencia de estos factores y subrayan que “se votó en clave gallega” para alejar las lecturas nacionales de sus malos resultados. No es nueva esta disparidad de análisis entre la dirección y el presidente de Castilla-La Mancha, pero sí el empeño en la dirección por contraargumentar sus discrepancias de que “el producto era regional, pero el guiso era nacional».
En Ferraz se ha optado por levantar un cortafuegos para evitar que permeen estos diagnósticos. Su análisis es que ni la amnistía ni el debate estatal están detrás del castigo a sus siglas, descargando responsabilidades “en términos muy territoriales, con un entorno muy gallego”. La autocrítica se limita a que su candidato, José Ramón Gómez Besteiro, careció del tiempo suficiente para afianzarse por el adelanto electoral. También de una estructura más permeable y abierta, con capacidad de atraer al proyecto de los socialistas a asesores, profesionales y, en definitiva, “talento ajeno” al partido que aporte, según uno de los ejemplos que ponen desde la dirección, en afinar los discursos y mensajes de campaña.
De ahí la apuesta que trasladó Pedro Sánchez a la ejecutiva por consolidar liderazgos territoriales a medio y largo plazo, comenzando por el propio José Ramón Gómez Besteiro al frente del PSdeG. Por el momento, continuará la bicefalia con el secretario general Valentín González Formoso, pero en Ferraz entienden que el liderazgo debe asentarse sobre la figura de Besteiro para ser un candidato reconocido y que se acabe asociando con estabilidad y fiabilidad.
La receta pasa por imprimir una mayor transversalidad y adaptación a cada territorio. “Rearmar y reconstruir” las estructuras del partido, atrayendo también “colaboradores externos” que aporten a nivel de programa, análisis y capacidad de llegar a diferentes colectivos. “El candidato solo no llega, tiene que estar rodeado de un grupo de profesionales, no necesariamente del partido, que aporten desde diferentes ámbitos y asesoren”, justifican fuentes de la dirección. Eso sí, entienden que lo primero es que no se acude a las urnas con un candidato distinto cada vez que hay comicios, para ofrecer la imagen de un candidato bregado en la oposición, con recorrido en el territorio.
El modelo Pontón
Las primeras conclusiones del trasvase al BNG, que pasó de 19 a 25 diputados mientras que el PSdeG cayó de 14 a nueve, se centran así en que Ana Pontón “lleva mucho tiempo y ha recogido sus frutos”, destacan fuentes de la ejecutiva socialista. Junto a la pujanza del BNG, “la movilización de última hora de la derecha, que vio peligrar el Gobierno de la Xunta”, explicaba este lunes la portavoz del partido, Esther Peña, aun reconociendo que los resultados no se pueden explicar por una única causa.
En el PSOE rechazan así que las elecciones gallegas vayan a suponer “un cambio de ciclo”. Primero, porque el PP ya gobernaba con mayoría absoluta en Galicia. Segundo, porque se ajustarían al clásico voto dual de los gallegos, con un supuesto apoyo “prestado” del PSOE al BNG, por visibilizarse como el voto útil progresista, pero que en municipales y autonómicas lo recuperarían. También en las europeas, según anticipan.
Page no solo ha advertido sobre un cambio de ciclo, sino sobre la posibilidad de que se conviertan en un “ciclón” contra su partido si no se realiza una reflexión. Lo que no descartan los socialistas es que además de un trasvase a los nacionalistas gallegos hayan podido ceder alguna parte de su voto al PP. Algo que sospechan a la espera de analizar los datos postelectorales. Si bien siguen tratando de encapsular esta hipótesis en el contexto gallego. Sobre todo, en un contexto en el que la paciencia de algunos dirigentes con Junts se pone a prueba en las negociaciones de la ley de amnistía y deberán afrontar una campaña para las europeas del 9 de junio y, en el caso del PSE, en las vascas que previsiblemente se celebrarán el 21 de abril.
La “preocupación” con Sumar
Lo que no esconden en la dirección es su “preocupación” por los resultados de su socio de coalición. Sumar se convirtió en fuerza extraparlamentaria en Galicia, por debajo del 2% de los votos. Ampliando el foco, apuntan a que en las pasadas elecciones autonómicas y municipales el PSOE resistió y el problema fue que no consiguieron retener el poder territorial por el descalabro a su izquierda.
La fragmentación del voto progresista, con la ruptura entre Sumar y Podemos, siempre fue vista por los socialistas como un elemento de desmovilización del votante progresista. De mantenerse esta tendencia, cuando las mayorías absolutas forman parte del pasado, el PSOE es consciente de que tiene otro problema añadido. En este caso exógeno, pero que condicionará igualmente sus posibilidades de recuperar el poder institucional en los territorios.