En el salón de un apartamento burgués, dos mujeres mantienen una conversación increíblemente tensa. “No quiero tu lástima, porque me demuestra tu desprecio y tu sentimiento de superioridad”, espeta la inesperada e indeseada visitante ante la mirada mitad compasiva mitad sospechosa de la dueña de la casa, y sigue: “El problema no es mío, también es tuyo y de tus hijos, y de toda la sociedad”. El problema se llama incesto, y la mujer que habla de él lo sufrió desde los 13 años a manos de su padre, del que la otra fue la segunda esposa.
La escena es una de las primeras del , en el que la escritora francesa Christine Angot -es su primer trabajo como cineasta- explora no solo el trauma causado por los abusos paternos sino también la complicidad consciente o inconsciente de varias personas que supieron del crimen y no hicieron nada para evitarlo. A lo largo de la película, además, Angot también confronta y a su exmarido, en su día también víctima de agresiones sexuales, a su propia madre biológica.
La escritora ha explorado la relación con su padre -fallecido hace años a causa del Alzheimer- de forma continuada a través de su obra literaria desde que publicó su novela ‘El incesto’ (1999), que la convirtió de inmediato en una figura controvertida y puso en su contra a una parte considerable de la opinión pública que la tachó de exhibicionista y de mentirosa. “Lo que no les gustó es que me negara a interpretar el papel que ellos consideraban que me correspondía”, nos confiesa poco después de la presentación de ‘Una familia’ en la Berlinale. “Esperaban que me limitara a ir a programas de televisión interpretando a la víctima llorosa y temblorosa mientras, a mi lado, un hombre supuestamente experto en la materia se dedicaba a psicoanalizarme en directo y a tratarme como un pequeño objeto; muchas mujeres no tienen problema en jugar a ese juego, pero yo no soy así”.
Que los demás no la creyeran, añade, siempre la trajo sin cuidado. “Hay un eslogan que se puso de moda tras el estallido del ‘MeToo’ que yo no soporto: ‘Yo sí te creo’. ¿Y a mí que me importa si tú me crees o no? ¿Debería sentirme agradecida porque me crees, e impresionada por tu bondad? La compasión es una forma de abuso, un instrumento de superioridad y desprecio. El problema no es que se me crea o no, el problema es el incesto”.
El próximo estreno de ‘Una familia’ en Francia promete levantar polvareda. Por de pronto, Angot ya ha sido demandada por la segunda viuda de su padre, que la acusa de haber invadido su privacidad durante el encuentro detallado al principio de estas líneas. “En esta sociedad nadie se cansa de hablar de lo importante que es respetar el derecho a la privacidad y la intimidad de la gente, pero ¿y si detrás de las puertas que salvaguardan esa privacidad se cometen crímenes?”. No es la única pregunta que Angot se hace. “¿Cómo podemos aceptar que la familia sirva para proteger a quienes cometen incesto? ¿Y en qué cabeza cabe que la carga social de un crimen recaiga sobre la víctima?”.
Huppert se pierde en Seúl
La tercera película que Isabelle Huppert protagoniza para el coreano Hong Sangsoo, ‘A Traveller’s Needs’, tiene varios puntos en común con las otras dos. Como en ‘La cámara de Claire’ (2017), el personaje encarnado por la diva francesa se dedica a ejercer de profesora y, como en ‘En otro país’ (2012), la protagonista es la encarnación del choque cultural entre Seúl y París. En concreto, aquí Huppert encarna a una mujer obviamente descentrada, que imparte clases de francés en Corea, y que se pasea por la vida mostrando una indolencia algo faltona frente a todo cuanto la rodea, tal vez producto del alcohol que trasega sin pausa.
Primera de las aspirantes al Oso de Oro presentada hoy, sin duda la película trata de imbuir al personaje de más hondura, pero no hay forma, y por eso tal vez sea más pertinente hablar de diferencias que de similitudes. Tanto ‘En otro país’ como ‘La cámara de Claire’ suelen ser nombradas entre las mejores películas de Hong por parte de su legión de fans, y ‘A Traveller’s Needs’ de ningún modo corre el riesgo de ser incluida en ese grupo.
También presentado hoy a concurso, el nuevo documental de Victor Kossakovsky se parece más a su antepenúltima película, ‘Aquarela’ (2018) -meditación sobre el cambio climático llevada a cabo a través de la contemplación del agua- que a ‘Gunda’ (2020), en la que el ruso contempló la vida de un grupo de animales de granja; sobre el papel, después de todo, ‘Architecton’ habla sobre todo de nuestra necesidad de repensar la arquitectura para reducir su impacto medioambiental. Sin embargo, sus reflexiones al respecto son escasas y más bien simplonas, y por tanto sale más a cuenta disfrutar la película por cuanto tiene -y es mucho- de apabullante recorrido visual estructuras ancestrales, paisajes urbanos ruinosos y piedras que caen, y chocan, y danzan las unas con las otras, a causa de explosiones calculadas para la obtención de materia prima.