El italiano Jarno Zaffelli (1976) tiene un trabajo tan mágico como exigente. Desde la dirección de Dromo, la encargada del diseño del circuito de Madrid para el GP de España, tiene que cumplir con los sueños y las exigencias de los que llevan años siguiendo la Fórmula 1. También de los que han perdido el apetito por las carreras. Por supuesto, ha de alimentar los deseos de los que se engancharán en un futuro. Y no menos importante: ha de cumplir con todos los anhelos del pequeño Zaffelli, un apasionado de los deportes de motor desde que tiene uso de razón.