Con todos los focos puestos sobre ella para conocer su valoración sobre las elecciones gallegas, Isabel Díaz Ayuso ha aprovechado que las cámaras miraban para reivindicar, una vez más, su gestión de las residencias de mayores durante la pandemia y protestar con ímpetu por lo que considera un ataque de la izquierda: «Están a punto de acusarnos de genocidio y no lo voy a tolerar».
Su cara decía que el enfado iba en serio. La semana pasada, durante la sesión de control en la Asamblea de Madrid, Ayuso y la líder de Más Madrid, Manuela Bergerot, volvieron a protagonizar un tenso debate a cuenta de los llamados «protocolos de la vergüenza». La dirigente madrileña, que sacó pecho en el pleno porque otro juzgado más dio carpetazo la semana pasada a una investigación sobre la atención que se ofreció a los mayores en una residencia de Parla, llegó a decir que «cuando una persona mayor estaba gravemente enferma con el covid, con la carga viral que había entonces, no se salvaba en ningún sitio«. Esta última parte de la frase encendió a la izquierda en el parlamento madrileño. Hoy, en un desayuno de Foro Nueva Economía, ha vuelto a incidir en que «la primera ola fue un tsunami», y si el covid «entraba en una residencia quitaba la vida en horas a todos» los mayores que se encontraban allí.
Tras varios días de críticas por su afirmación en la cámara autonómica, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha reiterado que su gestión fue la adecuada y que «el traslado de los enfermos» de las residencias de mayores a los hospitales “no garantizaba la supervivencia, como lo demuestran las cifras”. Pero sobre todo, ha excusado la responsabilidad de los políticos: «Los traslados, que fueron miles y miles, eran decididos por médicos y geriatras, no por políticos como se está diciendo. Mienten«.
Enfrentamiento con Más Madrid
En su opinión, la izquierda está en una «carrera hacia la excentricidad» y sus acusaciones son «un insulto a la verdad» y a «las personas afectadas», a los fallecidos y sus familiares. Así, ha defendido la labor de los miembros de su Gobierno en aquel 2020, así como la de todos los servidores públicos de la Comunidad de Madrid «que trabajaron hasta la extenuación durante la pandemia, en las condiciones más paupérrimas imaginables» mientras en el Gobierno de la nación «estaban muy ocupados boicoteando hospitales«.
Tras haber apuntado durante su balance de las elecciones gallegas que creía ser la política más perseguida en España hasta la llegada de Alberto Núñez Feijóo a Génova, Ayuso ha denunciado que lo sucedido estos días es «una rabieta de alguien que ha huido de Madrid» y «un ataque personal de alguien que ha perdido en las urnas», focalizando su contracrítica en la ahora ministra de Sanidad, Mónica García, por pedir que se investiguen los fallecimientos en Madrid y no lo sucedido en otras regiones.
Pero su enfado y su denuncia se extiende «al resto de la izquierda». Ayuso deriva así el debate sobre lo ocurrido en las residencias a una pelea política y a la reacción por su mayoría absoluta: «No lo soportan, no soportan la unidad del pueblo de Madrid en torno a la mayor tragedia de su historia reciente».