Con dos de los mayores grupos de la industria pesquera española en preconcurso de acreedores –Fandicosta y Atunlo–, y con severas dificultades en el conjunto del sector para capear la atonía en las ventas, esto puede parecer un oxímoron. Como el hecho de que, en una noche de completo silencio, que caiga un tenedor en la esquina de una nave industrial produzca la sensación de un ruido atronador. Pero ni ese tenedor hace tanto escándalo ni las empresas de pesca congelada sobreviven gracias a un bypass. ¿El aparente oxímoron, pues? Las empresas tienen dificultades, sí, pero nunca habían alcanzado una presencia global tan grande en origen, tanto en capacidad industrial y logística como en la extractiva (buques y granjas). El top 20 de las grandes compañías de este sector acumulan ya una participación en más de 220 pesqueros en todos los caladeros del mundo, con presencia directa (no solo comercial) en una treintena de países. Es una huella colosal e histórica, resultado de la apuesta inversora para verticalizar procesos y maximizar el valor de la materia prima. Y, en consecuencia, una ventaja competitiva de cara al futuro.
Este salto progresivo en presencia y capacidad internacional ha permitido mitigar las consecuencias del colapso de la vieja Pescanova (Pescanova SA) y su posterior digestión de la deuda concursal. Solo la multinacional de Chapela llegó a operar, a través de filiales o joint ventures, un centenar de buques, y la venta de negocios “no estratégicos” supuso su salida de países como Australia (Austral Fisheries), Brasil, Chile, Honduras, Uruguay o Malvinas. El crecimiento de otros grupos gallegos no llenó todos estos vacíos –no están en Australia o, salvo la conserva, tampoco en Brasil–, pero sí han abierto caminos en otros países como Estados Unidos, Paraguay, Vietnam o Ghana. Y ocupado su lugar en Uruguay o las Malvinas, en ambos casos de mano de la armadora de O Morrazo Moradiña. Según el último informe no financiero disponible, Nueva Pescanova opera con 55 pesqueros. Su última operación corporativa, la de la compra de la argentina Pesquera Veraz, y en un contexto de inflación máxima en el país, no prosperó.
De acuerdo a la relación de datos que ofrece la jovencísima Worldwide Fishing Company (Wofco), su entrada en el capital de empresas, la participación en otras, la compra de buques o la red de alianzas le han permitido alcanzar una capacidad extractiva en la mar de 50 unidades. Una cifra que la coloca por delante de Grupo Iberconsa que, tras el traspaso de los tres fresqueros con los que operaba en Argentina –a Conarpesa, precisamente, que es en un 45% propiedad de Wofco–, es propietaria a través de sus participadas de 49 barcos. Las unidades vendidas (Siempre Santa Rosa, Golfo San Matías y Coraje) se dedicaban a la captura de langostino en aguas próximas a la costa. El proyecto que dirigen Alberto Barreiro y Borja Tenorio ya nació de la asociación de cinco empresarios de la mar –uno de ellos, Alfredo Méndez, abandonó el accionariado–, todos con algo que aportar a una iniciativa común. El mapa de su grupo se extiende ya a Paraguay –prevé arrancar este año una planta con capacidad para 40 toneladas diarias en la ciudad de Hohenau–, Ecuador (Transmarina, Eurofish), Marruecos (World Tuna Fishing, Pesbak & Benjelloun) o China (Green Food).
En los dos últimos años también Profand ha contribuido a expandir la huella de la gran industria pesquera gallega por el mundo. La filial norteamericana Seafreeze –EE UU es el principal mercado global de compras de pescado– incorporó dos pesqueros, Prevail y North Star, y la compañía posee ahora 24 unidades. También en suelo americano incorporó el músculo logístico de Worldwide Perishables (WWP), y lo hizo después de adentrarse de lleno en el cultivo de langostino vannamei en Ecuador, un terreno antes solo explorado por la filial Promarisco de Nueva Pescanova. La adquisición de la griega Kefalonia Fisheries le aportó otro plus en especies de acuicultura, tras haber reforzado previamente su presencia en origen en el segmento del pulpo (Marruecos). Es, con permiso de la compañía que preside José María Benavent –al menos con los datos consolidados del ejercicio 2022–, la segunda compañía del sector en España por facturación.
Pero no todo el crecimiento es cosa de las empresas jóvenes (Profand se constituyó como tal en 2010), sino que las que suman una trayectoria de décadas también han participado, con fuerza, de esta estrategia de medrar en nuevos mercados y ganar capacidad instalada. Una de ellas es Grupo Pereira, que dispone de 24 buques y que explota la única licencia de pesca de pulpo en Sudáfrica, una especie por la que realizó esfuerzos con la entrada en el caladero mauritano (el Tazadit). Lo mismo que la mencionada Iberconsa o Pescapuerta, con dos buques para el país magrebí, o Mascato. La más veterana es Vieirasa, centrada ahora únicamente en su actividad como armadora y que no descarta aprovechar nuevas oportunidades tras haber ganado peso en origen en Senegal con dos buques más.
Ahora bien, las crisis por las que atraviesan –y no solo– Fandicosta y Atunlo pasarán factura. También en cuanto a presencia global, aunque, en el caso de la de Moaña, su filial argentina Pesquera Cruz del Sur, con dos buques poteros (Patagonia Blues y Domaio) queda en manos de casa: la armadora de Cangas Gandón SA. No habrá tanta suerte con el previsible cese de actividad de la subsidiaria de Cabo Verde con la que operaba Atunlo en Mindelo. Pero la propia factoría de Fandicosta será asumida por Wofco, a falta del dictamen de la banca, que se conocerá esta semana, y la renegociación de la deuda de Iberconsa ya se ha consumado. Dos elementos determinantes para restar presión sobre el sector, en el ámbito principalmente financiero, aunque sin despejar de todo las incógnitas a corto y medio plazo.
El factor Pescanova
- La fuerte crisis por la que atravesó el grupo, como Pescanova SA (o vieja Pescanova) conllevó una pérdida de activos, como la venta o quiebra de filiales en Australia, Chile, Portugal o las Malvinas.
- Moradiña aprovechó para hacerse con la filial Lafonia, de las Falkland, y liderar el proyecto de compra de Belnova (Uruguay). Europacífico, por su parte, asumió desde Vigo la venta de las capturas de la antigua filial Pesca Chile.
La participación
- Esta extensión de la huella global del sector no se entiende sin el peso creciente de grupos como Wofco o Profand, que han supuesto la irrupción de la pesca industrial gallega en países como Marruecos (cefalópodos) o Paraguay (langostino vannamei).
- Pero tampoco sin la contribución constante –sobre todo de forma orgánica– de grupos más veteranos, como Pereira, Pescapuerta o Vieira.