La ambición climática y la búsqueda de un entorno medio ambiental más sostenible han llegado para quedarse, pero desde que la cólera del campo alcanzara hace unas semanas el corazón de las instituciones europeas, con miles de tractores inundando las carreteras europeas, a la Comisión y a los Veintisiete no les ha quedado más remedio que escuchar el descontento de agricultores y ganaderos y responder con una batería de concesiones al enfado que generan las exigencias medioambientales de la Política Agrícola Común (PAC) y el Pacto Verde Europeo, que el sector agrario ve en parte como origen de su empobrecimiento.