Fernando Delgado, aquel hombre que también parecía un niño, hijo de una época difícil, en la que ser niño pobre era estar condenado a la nada o a la calle, en Tenerife y en cualquier sitio, ha muerto en Faura, Valencia, a los 76 años, después de una carrera brillante en los dos mundos que abrazó, el periodismo y la literatura.