Instalados sin apenas remedio en el tercer puesto, con un candidato que llegó tarde a la competición y no logró asentarse como alternativa, los socialistas tenían pocas esperanzas depositadas en sus propios resultados y muchas en las consecuencias de las elecciones gallegas de este domingo. Sobre todo, a raíz del giro de Alberto Núñez Feijóo sobre sus tratos con Junts per Catalunya, al reconocer el PP que estaba dispuesto a conceder un indulto a Carles Puigdemont. El PSOE redobló entonces los esfuerzos, con Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero protagonizando mítines durante el tramo final e insistiendo en las “mentiras” de su principal adversario, confiados en que las encuestas se equivocarían como en las generales de julio y la derecha no lograría tener mayoría absoluta, empujando a Feijóo hacia la dimisión. Pero no funcionó. El batacazo fue histórico.
Con el 97,5% escrutado, los socialistas, con José Ramón Gómez Besteiro como aspirante, socavaron su suelo electoral, al lograr 202.164 votos y nueve escaños, por debajo de su cifra de hace cuatro años, cuando obtuvieron 253.750 papeletas y 14 diputados en el Parlamento gallego. Una suma con los nacionalistas gallegos de 38 escaños, el listón de la mayoría absoluta, habría opacado este malísimo resultado. Pero el BNG, a pesar del tirón de su aspirante, Ana Pontón, se quedó en 25 diputados, una cifra insuficiente. «Nuestro voto se va al BNG, pero no sirve de nada», señalaron en la dirección del PSOE. El PP, con Alfonso Rueda como cabeza de lista en sustitución de Feijóo, consiguió 40 escaños, a falta de conocer el voto exterior, que en Galicia representa el 17,7% del censo (476.514 votantes) y suele beneficiar a los conservadores.
“No ha sido suficiente. No ha sido un buen resultado”, reconoció en Madrid la portavoz del PSOE, Esther Peña, durante una breve comparecencia diseñada, sobre todo, para respaldar a su aspirante a pesar de la debacle. “Confiamos plenamente en Besteiro. Es el mejor líder para recuperar la confianza de los gallegos”, añadió.
Los socialistas, con solo nueve escaños, obtienen su peor resultado histórico
La anomalía autonómica
Los socialistas tienen un grave problema con las elecciones autonómicas de Galicia. La última vez que gobernaron la Xunta fue entre 2005 y 2009, y desde entonces todo han sido mayorías absolutas del PP. Hasta este domingo, lideradas por el propio Núñez Feijóo, que dejó la presidencia autonómica hace un par de años para intentar llegar, sin éxito, a la Moncloa. Pero los resultados del PSOE son en este territorio mucho mejores cuando se convocan otras citas con las urnas. El partido obtuvo el pasado 28 de mayo, en los comicios municipales gallegos, 420.377 votos. Casi dos meses después, en las generales del 23 de julio, el apoyo ascendió a 486.832 papeletas.
En el descalabro, admiten fuentes del PSOE y del PSdG, influyen distintos factores. Un candidato que no fue designado hasta octubre. La fortaleza del BNG, sobre todo entre el electorado joven y urbano. Una alta participación que en contra de lo esperado acabó beneficiando al PP. Pese a contar con un aspirante de escaso carisma, los populares volvieron a plasmar su hegemonía en Galicia, donde Vox continuó siendo extraparlamentario.
Pero hay otro posible motivo: la conveniencia de haber nacionalizado tanto esta campaña. El desembarco de miembros del Gobierno en la autonomía ha podido desdibujar todavía más a Gómez Besteiro, aunque aquí las opiniones en el partido se muestran divididas. En cualquier caso, tanto en Ferraz como en la Moncloa se esforzaron pasadas las diez de la noche, cuando la derrota ya estaba confirmada, en subrayar que la hoja de ruta del Gobierno de coalición (empezando por la amnistía) no se iba a ver alterada, pese al batacazo de sus dos integrantes: el PSOE, que obtuvo su peor resultado histórico, y Sumar, que ni siquiera logró un escaño.