El Tribunal Territorial Militar Cuarto, situado en A Coruña, ha condenado a un sargento de la Armada a dos años, nueve meses y un día de prisión por “abuso de autoridad” por “realizar sobre un subordinado actos de agresión sexual” después de que este, según los hechos probados, se aprovechase de una marinero que estaba a su cargo cuando ella no estaba en pleno uso de sus facultades. De acuerdo con la sentencia, que acaba de ser ratificada por la sala de lo Militar del Tribunal Supremo, el sargento aprovechó que la mujer había bebido para entrar en su habitación y desnudarla.
Siempre según los hechos probados, el sargento era “jefe directo” de la marinero, y juntos participaron en una cena en las proximidades del Cuartel General de la Armada de Madrid en 2018 en la que ambos consumieron alcohol. En este encuentro “no hubo ningún tipo de coqueteo o de insinuación” entre ellos, y, además, la marinero es homosexual y “su orientación sexual era conocida” por el sargento. Tras la cena ambos volvieron, acompañados por otro marinero, al Cuartel General de la Armada, donde el sargento se despidió de los otros dos militares y se dirigió a la cámara de suboficiales.
La marinero, en estado de embriaguez, entró sola en su habitación, se tumbó vestida y se tapó con una manta. En un momento “no determinado” el sargento accedió en la estancia, se metió en la cama con ella y le realizó tocamientos, mientras la víctima le pedía que la dejase dormir. Luego, le sacó los pantalones y la ropa interior, y él también quedó desnudo de cintura para abajo.
A la mañana siguiente, la mujer salió de la estación y un cabo la encontró llorando. Ella le contó que no sabía qué había pasado pero que pensaba que había tenido relaciones con el sargento. Este llamó posteriormente al mismo cabo para que le subiese una botella de agua a la habitación y le dijo que no se acordaba de qué había ocurrido durante la noche.
La marinero le envió por la tarde un wasap al sargento que él no respondió, y luego la llamó para preguntarle por lo que había acontecido durante la noche. Él respondió que “cosas que pasan cuando uno bebe” y le dijo que si quería quedarse más tranquila tomase la píldora del día después.
“Estrés postraumático”
La marinero pidió a los pocos días un traslado, y, cuando se lo denegaron, contó lo sucedido a un oficial, tras lo que se activó el protocolo de acoso que llevó a la investigación y juicio posterior. El mes siguiente a los hechos, el sargento fue comisionado a otro destino, y la marinero también cambió de puesto poco después.
La marinero requirió atención psicológica. De acuerdo con una profesional que la asistió durante varias sesiones, tenía síntomas relacionados con “una posible agresión sexual” y que, si bien su relato de los hechos tenía lagunas, esto es coherente con un trastorno de “estrés postraumático”. En algunos aspectos cargaba la responsabilidad en sí misma, tenía “sentimiento de culpabilidad”. y perdonaba al ofensor, ya que “no quería perjudicar su carrera”.
El tribunal militar coruñés estimó que el sargento había abusado de la marinero y lo condenó a prisión, además de a suspensión de empleo y sufragio pasivo. Además, le prohibió acercarse a menos de 200 metros de la mujer. El condenado recurrió al Supremo, pero desestimó la mayor parte de sus argumentos y ratificó los periodos de condena.