Cuando era pequeño, Miguel Milá (1931) montó una empresa infantil que solo regía entre los muros de la desahogada finca familiar de Esplugas de Llobregat donde el abogado, político y financiero José María Milá y Camps, conde de Montseny, y Montserrat Sagnier criaron a sus nueve hijos. Se llamaba Tramo, acrónimo de Trabajos Molestos. Hacía «recados que a uno le pueden dar pereza: cargar el mechero, ir a comprar sellos, limpiar zapatos. Me ofrecí a mis hermanos mayores para realizar estos servicios a cambio de unas monedas». Una Navidad, Miguel recibió como regalo de Reyes una caja de herramientas que su madre había encargado a Cintet, carpintero de la familia y «uno de mis primeros profesores». Aquel cofre del tesoro le sirvió para llevar a cabo alguno de esos trabajos y dar rienda suelta a su precoz vocación de artesano y manitas.

Miguel Milá con su padre, el abogado, político y financiero José María Milá y Camps, conde de Montseny, en la casa familiar de Esplugas (1948).

Años después, en 1957, Milá trabajaba como interiorista en el estudio de arquitectura fundado por su hermano Alfonso y Federico Correa. Miguel había dejado los estudios después de dos años en la Escuela, cansado de pelearse con las matemáticas. Diseñaba interiores espartanos por convicción y por necesidad, porque en la España austera y ordinaria de la posguerra no encontraba elementos bonitos y funcionales con que llenarlos. Por eso decidió crear con dos amigos su propia empresa de diseño y producción de mobiliario. Y cuando pensó en un nombre, la palabra Tramo brotó naturalmente.

Uno de los primeros productos de la firma fue la lámpara Previa, una luminaria de pie con una pantalla móvil regulable en altura. El origen de esta pieza estaba en un diseño previo realizado dos años antes por Milá, la TN, bautizada en honor a su tía, la escritora Nuria Sagnier, que le había encargado el interiorismo de su despacho. «Se lo hice muy moderno, todo casi vacío, en madera de pino, muy austero, un globo colgando y una silla acá y allá, y una lámpara de pie que era un artefacto que subía y bajaba con unas ruedecitas, bastante divertido». Se trataba de que aquella lámpara pudiera moverse fácilmente por la habitación y que la pantalla ofreciera tanto iluminación ambiental como de lectura.

Elegante y carente

A partir de aquella solución sencilla a un encargo familiar se construiría la carrera de quien es considerado uno de los pioneros del diseño industrial en España. La vida doméstica como fuente de necesidades que resolver, y el amor por la artesanía y el trabajo manual en un contexto, el de la guerra y la posguerra, donde la escasez –incluso en una de las mejores familias de Barcelona– fue una «escuela de ingenio» que hizo que todos en aquella casa aprendieran «a reparar, conservar, coser y hasta a hacer punto», fraguaron su estilo «entre elegante y carente». Así lo describe Claudia Oliva, comisaria junto a Gonzalo Milá de la exposición Miguel Milá. Diseñador (pre) industrial.

Recién cumplidos los 93 años, Milá es el protagonista de la exposición principal del Madrid Design Festival 2024. Se trata de la retrospectiva más amplia dedicada a su trabajo, con más de 150 piezas. Están sus primeros trabajos como interiorista, sus ingeniosas soluciones de mobiliario práctico, sus entrañables muebles de ratán, como la silla Salvador que cumple cincuenta años vigente como el primer día –en la que todavía se sientan cada día, por ejemplo, los clientes del emblemático restaurante Il Giardinetto de Barcelona, que fundó su hermano Alfonso con el fotógrafo Leopoldo Pomés–. También su ejemplar mobiliario urbano, sus diseños para el metro de Barcelona o diseños olímpicos como la lámpara Estadio, creada precisamente para el Estadio Olímpico de Montjuic.

Una de las salas de la exposición dedicada a Miguel Milá en el Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez de Madrid.
Una de las salas de la exposición dedicada a Miguel Milá en el Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez de Madrid. B. M.

Pero hay sobre todo muchas lámparas, porque la luz y sus soportes quizá sean la mayor especialidad de Milá. La exposición cuenta con una sección elocuente donde vemos la evolución en el tiempo y en paralelo de sus dos creaciones más emblemáticas. Está la Cesta que creó en ratán en 1962, una encantadora lámpara portátil con asa pensada para desplazarla por la casa en función de la necesidad, algo aparentemente sencillo pero entonces revolucionario. Porque también las lámparas eran objetos que por pesados o delicados no estaban pensados para moverse. Después de varios ajustes y mejoras, hoy la edita y comercializa Santa & Cole en madera y metal con asa de cuero en varios tamaños y vive una segunda juventud.

En busca de la lámpara perfecta

Junto a la evolución de la Cesta pueden verse las sucesivas transformaciones de la lámpara Milá por excelencia: la que empieza como TN, sigue como Previa, se consolida, perfeccionada, como TMC (Tramo Móvil Cromada, 1961) y muta luego en TMM (Tramo Móvil Madera). Y que pasa por ser la obra maestra del diseñador catalán.

En 1961, Tramo comercializa una versión mejorada de la Previa. El pie se ha simplificado en una depurada aspa asimétrica y el asa practicable que sirve para subir y bajar la pantalla cuenta también con un movimiento para fijarla en las diferentes muescas del mástil. Un sencillo tirón del cable, guiño a los clásicos interruptores de hilo de las lámparas de pie, sirve para encenderla. Ha nacido la TMC, premio Delta de Oro de los Premios ADI FAD de 1961 y un éxito inmediato de ventas.

En 1962 se celebra la primera edición del salón de decoración Hogarhotel en la feria de Montjuic de Barcelona. Los organizadores proponen el reto de amueblar toda una casa por 50.000 pesetas, y Milá decide hacer una versión más barata de la lámpara. La silueta resultante hacer pensar que se trata de un simple cambio de materiales, pero fue una verdadera reinterpretación. «Tuve que replantear de nuevo la lámpara, con la misma idea de pantalla lateral, pero en este caso de papel, cogida con un sistema de arco metálico que incorporaba el portalámparas y el hilo, y empleando un aro de goma como sujeción, barato y fácil de reemplazar si se estropeaba».

La TMM actual en madera de haya.
La TMM actual en madera de haya. Santa & Cole

El fuste, que se posa limpiamente en una cruceta desmontable, es de sección cuadrada hasta media altura, para luego mutar en circular, permitiendo el deslizamiento de la pantalla arriba y abajo. Y una sencilla goma sirve de tope para fijar la luz a la altura deseada.

Más de sesenta años después, el ejercicio de depuración de la TMM sigue fascinando y cautivando a los amantes del diseño.

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