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Me gustaría que el teatro español se pudiera comparar al europeo en dignidad más que en subvenciones

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En 1981, Eduardo Pavlovsky escribió Cámara lenta durante su exilio en Madrid. Una obra desde la distancia, cargada de simbolismo y frustración con el trasfondo de una Argentina decadente y deprimida en plena dictadura militar. Un camino de ida y vuelta a través de Atlántico que vuelve a recorrer, más de cuarenta años después, una madrileña muy argentina, Blanca Oteyza. La actriz y directora se ha atrevido con el dramaturgo argentino adaptando su texto sobre las tablas del Teatro Victoria de Madrid.

El amor, la amistad y la lealtad en ‘Cámara lenta’

«Para mí ha sido una obra difícil de llevar, es un texto muy poético y a la vez muy estático«, explica Oteyza en una entrevista con El Independiente. Cámara lenta cuenta la historia de tres viejos amigos lastrados por sus decisiones en el pasado, que establecen un triángulo de amistad capaz de resistir, a duras penas, las inclemencias de una vida que solo sabe mirar hacia atrás. Y fue en esta variopinta hermandad entre Dagomar (Héctor Berna), un boxeador retirado y con demencia, su fiel entrenador Amílcar (Patricio Rocco) y Rosa, prostituta y amiga de ambos (Carmen Gallardo).

«A lo mejor esta función en Argentina, sí se centra más en todo lo que fue el problema político y el contexto histórico, lógicamente. Pero a mí lo que me enamoraron fueron los personajes, a nivel dirección lo que he querido hacer ha sido centrarme más en la relación de amistad, amor, lealtad los tres. Y estoy muy contenta con el resultado, porque la gente la verdad es que sale tocada».

El equipo de ‘Cámara lenta’.

No por ello la directora se olvida del significado de la obra y se cuida de mantener esa relación entre lo que ocurre sobre las tablas y la influencia del contexto social durante aquellos años. «He querido hacer un paralelismo entre lo que es la casa, con esa claustrofobia que, por momentos, es tan angustiosa, pero que también es un refugio, donde estos tres seres realmente encuentran su hogar. Es un paralelismo con la Argentina de entonces, siempre desde el cariño. Pero si me preguntas realmente qué lo que más me tocó, me quedo con la relación humana entre ellos y cómo, a pesar de todo, permanece prácticamente intacto este triángulo».

Blanca Oteyza y su reconexión con Argentina: «Es un país al que le debo muchísimo»

Igual que las remembranzas de Dagomar y sus triunfos sobre la lona, esta obra incide en la nostalgia intrínseca al pueblo argentino y su obsesión con el pasado. Cuestionada sobre si esta imposibilidad para mirar hacia el futuro les sigue condenando también en el presente, Oteyza demuestra un profundo respeto por sus amigos argentinos. «Si te dijera un sí o un no, sería una manera de juzgarles y no me siento capaz de hacerlo. Lo que le ocurre a Dagomar es que aún está pagando las consecuencias de sus actos y eso es algo que siempre está ahí, para lo bueno y para lo malo. En Europa es muy diferente y es muy complicado entenderlo desde aquí. Yo estuve muchos años viviendo allí y no deja de ser un país cultísimo, o lo era hasta hace relativamente poco, donde el teatro no para de crecer y de crear. Pero no sé, es complicado…».

Por eso tampoco se moja a la hora de valorar el estado actual del país tras la llegada de Milei al poder. «Hay gente que parece que lo ve como una esperanza de cambio y otra gente, más ligada a la cultura, lo está viviendo absolutamente espantada».

Blanca Oteyza se fue a Argentina en los años 90, allí se labró una respetada y exitosa trayectoria como actriz y también conoció a quien fue su pareja sentimental y artística durante más de quince años, Miguel Ángel Solá. Se casaron y tuvieron una niña, pero acabaron volviendo a España después de recibir amenazas de muerte contra su hija por cuestiones políticas. Blanca no volvió hasta después de la pandemia, en 2021.

Ahora que ha pasado el tiempo, afirma estar tratando de reconectar los lazos que aún le unen con el país sudamericano. «Viajé para allá en la pandemia y ahora tengo muchísimas ganas de llevar lo que estoy haciendo, de hecho se está moviendo allí llevar lo último que hice como actriz el año pasado de Margarita Xirgu. Es uno de mis proyectos para para volver a trabajar allí una temporada, que es algo que me encantaría. Es un país que me ha dado muchísimo y al que siempre le estaré muy agradecida. Tengo muy buenos amigos y amigas allí al que he vuelto y me han acogido de nuevo con los brazos abiertos».

Una visión crítica del estado actual del teatro español

Blanca Oteyza es toda una referencia en dedicación y pasión por el teatro en España. Una auténtica ‘todoterreno’ que está implicada en todas las fases de la creación, desde la producción o la dirección, pasando evidentemente por la interpretación, e incluso en la formación de nuevos actores con la escuela que lleva su nombre.

Por eso, con conocimiento de causa, se atreve a analizar y valorar el estado actual de la escena teatral española desde una visión certera y bastante crítica. «Estamos en un país en el que, hoy por hoy, ningún actor puede vivir solo del teatro. La impresión que tengo es que el teatro no va a morir nunca y sé que nunca ha sido fácil, pero a mí lo que me duele es que los años vayan pasando, las cosas vayan avanzando en algunos aspectos y el estado del teatro siga siendo el mismo. A mí me encantaría que nos pudiésemos comparar con el resto de países europeos en ese sentido, no estoy hablando ya de subvenciones sino de dignidad».

Sin embargo, Oteyza no para de crear y producir nuevas oportunidades tanto para ella como para los alumnos de su estudio. Por eso no para y, aunque ahora están con Cámara lenta, con tres actores que pertenecen a su estudio, siempre hay un nuevo proyecto en el camino . «Cada tres meses más o menos sacamos nuevas producciones, más pequeñitas o más grandes, pero sobre todo para que nuestros alumnos vayan consiguiendo sus proyectos propios, que es eso lo que les traslado y en lo que creo». Aunque por su parte y, desde que se estrenó en la dirección hace ya una década (Ensayo abierto), su mundo creativo no para de girar, y continúa explorando nuevos textos y aprendiendo. Y con la promesa de seguir ahí, acaba despidiéndose en la conversación, dejando caer que ya tiene algún que otro personaje en la cabeza, y que ya se sabrá más adelante. Mientras tanto, esta madrileña tan argentina seguirá mirando al otro lado del charco a través del texto de Pavlovsky, en busca de esa reconexión que tanto había extrañado.

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