La constante variación de los precios del aceite de oliva estos últimos meses recuerda a las subidas y bajadas de las acciones en una bolsa de valores. Desde hace unos años, el sector oleícola se enfrenta a una reducción de la cosecha (y consecuente aumento de los precios) debido a efectos climáticos como la sequía y a problemas sociales como la especulación de ventas o el abandono de los campos por falta de relevo generacional.
CampoEnguera Coop. V. es una de las mayores productoras de aceite de oliva de la zona. Este ha sido un buen año para ellos en comparación al resto del sector, pues mientras Andalucía apenas ha aprovechado el 40 % de su cosecha, la cooperativa enguerina ha llegado al 80 % con aproximadamente 5.200.000 kilos recogidos, lo cual mejora en gran medida la cifra del año pasado, que se quedó en 600.000 kilos. Sin embargo, sus 2.000 socios se enfrentan actualmente al declive de sus terrenos por diversos motivos y a la inflación de los precios.
«Si la gente joven que viene detrás tiene un buen trabajo y una buena calidad de vida, no se va a ocupar de la campiña que heredó del abuelito»
Enrique Pedrón, presidente de la cooperativa, cuenta a Levante-EMV cuál es su principal preocupación: la falta de relevo generacional que provoca el abandono de los campos. «Aquí no hay gente para llevar la cantidad de terrenos que tenemos y los dueños recurren a terceros para que se los cuiden o directamente los abandonan. Si la gente joven que viene detrás tiene un buen trabajo y una buena calidad de vida, no se va a ocupar de la campiña que heredó del abuelito. Además, Enguera tiene uno de los términos municipales más grandes de la Comunidad Valenciana y gran parte de él son campos que pillan muy lejos del pueblo», manifiesta.
Esto ha generado el abandono de aproximadamente un 30 % de los terrenos de la zona. A esto se le suma la sequía y otros problemas climatológicos que han ido mermando las cosechas, como explica Pedrón: «Hasta ahora, la gente que no podía ocuparse de sus campos contrataba a terceros porque les salía rentable, pero como hemos tenido unos años muy malos en los que la producción ha sido muy baja, al final tenían que poner dinero de sus bolsillos y no les salía a cuenta, por lo que muchos los han acabado abandonando».
Además, las exigencias para mantener una parcela son cada vez más grandes a nivel administrativo: «Antes, una familia iba a su campo, cogía las aceitunas, las traía a la cooperativa y ya está. Ahora, para llevar un solo kilo de aceitunas tienes que hacer el mismo papeleo que un gran propietario con parcelas de ocho millones de kilos», comenta Pedrón. Estas exigencias todavía hacen más grande la brecha generacional: la gente mayor que siempre ha mantenido los campos no puede ocuparse del tema burocrático porque les piden gestiones digitales que «para ellos son inviables», como denuncia el presidente de CampoEnguera Coop. V. Si bien es cierto que existe un programa de ayudas a jóvenes agricultores, «las exigencias son más grandes que las ayudas», explica Pedrón.
Posibles soluciones: ceder el cuidado de terrenos a la cooperativa
Para dar solución a esto, este año han implantado una nueva medida: la «sección de campo». A través de ella, los propietarios que no pueden hacerse cargo de sus parcelas las ceden a la cooperativa para que las cuide y coseche. A cambio, reciben un porcentaje acordado de dinero y/o aceite. Deben cumplir algunas condiciones como que el acceso al campo sea bueno, que cuente con sistema de goteo, que no estén muy lejos o que se puedan mecanizar. «Está teniendo un éxito bárbaro, estamos intentando que se pierda el menor número de tierras posible», comenta Pedrón. Por ahora, tienen unas 30 hectáreas en esta sección, pero esperan que más propietarios recurran a ellos en la siguiente campaña.
Otros problemas: la sequía y la especulación de las grandes cadenas
Por otro lado, condiciones climáticas como la sequía también afectan muy negativamente al campo. Esta nos ha afectado a todos, pero, como explica el experto, «en este terreno, por suerte, tenemos un sistema de regadío y nuestro clima no es tan seco como en Andalucía». Aun así, hay campos que no han producido mucha cantidad porque trabajan con variedades más sensibles a la sequía como la alfafara, autóctona en zonas como Valencia, Alicante y Albacete.
Por el contrario, la variedad que más ha producido en la zona de la Canal de Navarrés es la manzanilla, aunque esta cae al suelo muy pronto y esto reduce considerablemente su precio de comercialización. De hecho, la cooperativa de Enguera ha recogido del suelo casi un millón de kilos de esta variedad de aceitunas, que luego se utilizan para la producción de aceites refinados. Además, los límites puestos al uso de productos fitosanitarios también «dificultan» el mantenimiento de los campos.
«Las cadenas se dedican a especular, cosa que nosotros no podemos hacer porque somos una cooperativa y trabajamos con los socios»
Otra de las principales problemáticas que más preocupan a Pedrón es la especulación que realizan las grandes superficies y cadenas. «Nosotros dependemos totalmente de las ventas a minoristas y mayoristas, pero ellos dependen a su vez de las cadenas. Estas se dedican a especular, cosa que nosotros no podemos hacer porque somos una cooperativa y trabajamos con los socios», denuncia. «Nosotros somos solo una pequeña gotita de agua en la totalidad del sector en España, si Andalucía no mueve, nosotros no podemos hacer nada», añade. Por eso, participarán en la manifestación oficial convocada para el día 22 de este mes en Valencia: «No iremos en representación de ningún agricultor en concreto, sino como una cooperativa en conjunto».
Los socios prefieren cobrar sus cosechas en aceite antes que en dinero
Y todo esto repercute, en definitiva, en el precio de venta, que varía constantemente. Ahora mismo, CampoEnguera Coop. V. vende el litro a unos 11,04 euros, mientras que a los socios se les hace un descuento del 13 % sobre este precio. Para mayoristas hay un descuento similar. La campaña de ventas al público todavía no ha empezado, pues todavía están atendiendo a los socios. Estos pueden elegir si sacar su cosecha en aceite o en dinero y, este año, la mayoría elige la primera opción «para así no tener que comprar en un par de años». El presidente de la cooperativa explica que, mientras el año pasado los socios se llevaron aproximadamente 30.000 litros en total, este año la cifra se ha duplicado. Por cada 1.000 kilos que aporte un socio, le corresponden 170 litros de aceite. Los socios prefieren eso aun pudiendo cobrar dinero teniendo en cuenta que el kilo está «a más de un euro», aunque las variaciones son «brutales de un día para otro».
La cooperativa de Enguera toma las medidas que están en sus manos para paliar los efectos de esta crisis, como campañas de concienciación, cursos de poda y recolección y eventos sociales como la última Feria del Aceite, que fue «todo un éxito». A través de estas actuaciones, el sector oleícola espera concienciar a la ciudadanía y dar visibilidad y transparencia a su trabajo para mejorar su situación.