Para hablar del largometraje que hoy se encarga de inaugurar la 74ª edición de la Berlinale, ‘Small Things Like These’, resulta casi inevitable empezar haciéndolo del que tiene más números para salir triunfador de la próxima gala de los Oscars, ‘Oppenheimer’, por varias razones. La primera es que el protagonista de ambos es Cillian Murphy, favorito para llevarse la estatuilla dentro de unas semanas; la segunda, que entre sus productores figuran tanto el propio Murphy como otro de los actores del ‘biopic’ sobre el padre de la bomba atómica, Matt Damon, y es durante aquel rodaje que decidieron aunar fuerzas para hacer realidad la nueva película; la tercera, que en las dos el actor irlandés encarna al mismo tipo de personaje, un hombre introspectivo y atormentado por su pasado y por dilemas morales cuyas buenas intenciones chocan contra un entorno terrible. Y esas circunstancias prometen proporcionar a ‘Small Things Like These’ una exposición mediática -ejemplificada en el puesto de honor que ocupa en el festival- que el contenido de su metraje no basta para justificar.
El asunto alrededor del que hace girar su trama son las Lavanderías de la Magdalena, aquellas instituciones financiadas y administradas por la Iglesia Católica en las que, desde mediados del siglo XVIIII y hasta finales del siglo pasado, fueron encarceladas y maltratadas -y a menudo despojadas de sus bebés- alrededor de 30.000 mujeres que el clero consideraba descarriadas o de mal vivir.
Lo hace desde fuera, eso sí, a través de la mirada de un hombre que, en la Navidad de 1985, descubre lo que sucede en el interior del convento de su localidad y debe decidir entre quedarse callado o arriesgarse a perderlo todo enfrentándose a las poderosas religiosas que han comprado el silencio de toda la comunidad. Mientras tanto, la película trata de transmitir melancolía y lirismo mientras reflexiona sobre los mecanismos de la memoria, los del dolor y los de la vergüenza como lo hacen las del gran Terence Davies, pero algo se lo impide: su director, Tim Mielants -con quien Murphy ya trabajó en la tercera temporada de ‘Peaky Blinders’, no es Terence Davies.
El otro referente cinematográfico más obvio de ‘Small Things Like These’ es, claro, ‘Las hermanas de la Magdalena’ (2002), cuyo retrato de esas infames instituciones se esforzaba por sacudir al espectador y lo lograba a puñetazos, pero el caso es que lo lograba. Mielants evita caer en el tremendismo, la manipulación melodramática y el didactismo, y en el proceso no encuentra métodos alternativos para llegarnos al alma. Aquellas lavanderías “causaron un trauma colectivo, y el arte es una forma de cerrar heridas”, ha afirmado este jueves Murphy ante la prensa, y estar de acuerdo con él no es incompatible con lamentar que su película no intente cumplir ese cometido con más convicción.
Sin ‘ultras’
¿Qué opinarán de la película los líderes de Alternativa para Alemania (AfD), el partido de extrema derecha que las encuestas señalan como el segundo más votado del país? No será posible saberlo de momento porque no estarán presentes en la proyección que seguirá a la gala de inauguración de esta noche, y su ausencia es solo una de las polémicas de las que la Berlinale se halla envuelta este año por motivos extracinematográficos. Recuérdese que su dirección se vio obligada hace unos días a retirar las invitaciones que habían extendido a esos políticos ‘ultra’ -según el protocolo del certamen, todos los representantes elegidos democráticamente son bienvenidos- a causa tanto de las protestas que recibieron de parte de numerosos miembros del equipo organizador como de una carta abierta firmada por centenares de profesionales del mundo del cine procedentes, sobre todo, de Alemania, pero también de otros países europeos y de Estados Unidos en la que se afirmaba que un partido que se define antislámico, antinmigración, nacionalista germánico y euroescéptico “es incompatible con un festival comprometido en ser un espacio para la empatía, la concienciación y la tolerancia”.
Si a esta controversia se le suma la causada en las últimas horas por otra carta abierta, esta firmada por un grupo de trabajadores del festival que le achacan falta de “liderazgo institucional” al no haber criticado con suficiente vehemencia las muertes que suceden actualmente en Gaza -y cuya publicación tiene lugar después de que dos cineastas, el ghanés Ayo Tsalithaba y el indio Suneil Sanzgiri, se negaran a presentar aquí sus respectivas películas en protesta por el apoyo alemán a Israel-, es lógico que buena parte de las preguntas formuladas esta mañana durante la presentación del jurado fueran incómodas.
La actriz Lupita Nyong’o, que se encarga de presidirlo, ha echado balones fuera de forma extremadamente torpe al afirmar que se siente “afortunada por ser extranjera y no tener que contestar” a preguntas relacionadas con la ultraderecha alemana, y el cineasta germano Christian Petzold ha pasado de lamentar que la polémica creada alrededor de los líderes de AfD “los hace más fuertes de lo que realmente son” a mostrarse visiblemente irritado cuando se le ha pedido opinión acerca de Gaza.
Por lo que respecta a Albert Serra, que también forma parte del jurado, ha sido preguntado por una periodista rusa acerca de una entrevista de 2022 en la que afirmó ser un admirador de Vladimir Putin. “Mi opinión no es relevante, la política real es mucho más compleja”, ha respondido el director catalán al tiempo que intentaba enmarcar aquellas palabras en un contexto de humor y provocación. “También dije que me gustaría ser Papa”, ha añadido.