El independentismo está equivocado, pero es sexy. El romance de Junts con el PSOE, una boda a punta de escopeta, se ha complicado por la aparición de un nuevo pretendiente. Núñez Feijóo también quiere ser novio político de Puigdemont. El madrileño Pedro Sánchez, genéticamente contrario a una amnistía a la catalana, confiesa abiertamente que su matrimonio obedece al interés. O a la necesidad virtuosa, que suena todavía más desesperado. En cambio, el pilluelo gallego se conforma con una relación clandestina, que le arrastre los votos soberanistas sin necesidad de una ceremonia nupcial. Se parece al duque de Edimburgo, cuando pretendía que su amante Penny Knatchbull fuera incorporada por su esposa Isabel II al séquito real, para amortiguar el impacto del adulterio.