La Sardina y el Dios Momo se despidieron este miércoles de los coruñeses hasta 2025, con un tiempo casi estival y cielos despejados. A las 20.30 horas salió del Circo de Artesáns de San Andrés la comitiva del Entierro de la Sardina, precedido por música de tambores y viento, seguida por llorosas plañideras que se sonaban, gritaban y agarraban al coche de Pompas Fúnebres que trasladaba al ídolo del Entroido, con guardias con gorras de plato y centenares de deudos, muchos de los cuales habían cambiado los disfraces multicolores por el luto.
La comitiva se detuvo en María Pita, a la sombra del Palacio Municipal, para rendir los últimos honores. En torno a un altar a pie de calle se reunieron las mitras y hábitos de los sacerdotes que iban a hacer la misa cantada, ataviados de negro y encarnado. Entre ellos, la figura blanca “del jefe”, el Papa Francisco, que dirigió la misa con acento porteño y reivindicando “el marisco”, y “el asado” en pagana contradicción con el inicio de la Cuaresma.
Fue misa cantada y misa carnal, con un Padrenuestro dedicado al alcohol, rimas sobre las particularidades del matrimonio homosexual o la impotencia y consejos báquicos: “Si no quieres ser un pringado / que no te metan vino picado”.
Mas todo tiene que acabar, hasta el Carnaval, y los portadores del féretro y desconsoladas viudas de la Sardina se pusieron de nuevo en marcha hacia la playa de San Amaro, para cumplir la tradición de dar descanso a la Sardina junto al mar. Allí se convirtieron en cenizas el Momo y su trono, a la espera de resucitar.