Cada vez hay más mujeres con puestos de responsabilidad en las instituciones. Según datos de ONU Mujeres, el porcentaje de mujeres en los parlamentos de todo el mundo ha pasado del 24,5 % en 2019 al 26,5 % en 2023.

Si miramos al equipo de gobierno español actual, vemos que hay muchos rostros femeninos. También ocurre lo mismo en los partidos de la oposición y en las instituciones europeas. Las mujeres políticas también están presentes en redes sociales como X, Facebook y TikTok, al igual que ocurre con sus colegas masculinos.

Podríamos entonces pensar que la lucha conjunta de las mujeres para superar barreras sociales y culturales va dando frutos en el ámbito de la política, aunque todavía estemos lejos de alcanzar la paridad de género. Es decir, atrás quedarían los estereotipos que veían a la mujer incapaz de ocupar un cargo de responsabilidad o que la situaban en el hogar, cuidando del marido y de los hijos.

Sin embargo, la realidad parece ser otra. Estudios recientes indican que el mundo de la política no es un camino de rosas para las mujeres. Todo lo contrario. Un ejemplo de esto son las numerosas agresiones verbales y comentarios machistas y humillantes que muchas mujeres políticas reciben a diario en redes sociales. Este es el entorno en el que se desarrolla esta investigación.

Desde que llegó la web 2.0, los comportamientos agresivos en redes sociales han aumentado, sobre todo, en espacios donde se intercambian ideas políticas. El anonimato nos lleva a desinhibirnos. Además, nos movemos en comunidades cuyos integrantes suelen pensar igual que nosotros. Por tanto, nos contagiamos más fácilmente de las emociones negativas de otros y otras participantes. Es decir, nos polarizamos.

Aunque tanto los hombres como las mujeres son objeto de agresiones, como muestra un estudio sobre la agresividad hacia Boris Johnson y Pedro Sánchez en X, estudios recientes dibujan un panorama ligeramente distinto. En primer lugar, las mujeres menores de 35 años tienen el doble de probabilidades de recibir agresiones en línea en comparación con los hombres.

Cuanto más visibles, más atacadas

En segundo lugar, cuanto más visibilidad tiene la mujer en la esfera política, más intenso es el ataque hacia ella. Esto podría explicarse porque la política es un terreno propiamente masculino. Por eso, se puede percibir a las mujeres como fuera de lugar.

Teniendo esto en cuenta, un trabajo de investigación que he llevado a cabo recogió y analizó una muestra aleatoria de 1.500 tuits dirigidos a las tres políticas españolas con más seguidores/as en X: Isabel Díaz Ayuso (presidenta de la Comunidad de Madrid), Yolanda Díaz (ministra de Trabajo y Economía Social) e Irene Montero, ministra de Igualdad cuando se llevó a cabo este estudio.

El objetivo del trabajo, pendiente de publicación, era identificar las estrategias lingüísticas más frecuentes para agredir a las políticas españolas. También, evaluar la temática de las agresiones para esclarecer si los comentarios hostiles se alimentan de estereotipos de género, como se ha constatado en estudios previos.

Por agresión entendemos cualquier intento de dañar o denigrar al otro, hiriendo sus sentimientos o autoestima. Además, aplicando pruebas estadísticas se determinó si los y las tuiteras usaban estrategias diferentes cuando se dirigían a una u otra política. También determinamos si se activaban estereotipos de género distintos en cada caso.

Radiografía de la agresión a tres mujeres

Los resultados del estudio indican que, en general, los usuarios de X emplearon estrategias directas para expresar la agresión. Es decir, se denigra a las políticas a través del insulto puro y duro. Pero también se las acusa de haber hecho algo, o de no haberlo hecho, se las asocia con aspectos negativos, se les dan órdenes o se les exigen determinados comportamientos.

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A veces se las increpa con palabras tabú o malsonantes, los llamados disfemismos (mierda, coño, puta, etc.). En menor medida, reciben amenazas o avisos.

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Por otro lado, cuando la agresión es indirecta, se recurre a lo que llamamos en lingüística la implicatura, es decir, se insinúa algo sin decirlo directamente, de manera que el lector ha de leer entre líneas. Esta estrategia es muy efectiva para comunicar estereotipos de género.

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Además, se emplea el sarcasmo y la falsa cortesía para expresar lo contrario de lo que estamos diciendo y crear humor. Usando emojis o risas se suaviza la intención del hablante. Por eso, es más difícil acusarlo de ser agresivo o hiriente. En la mayoría de los casos, se combinan varios tipos de estrategias. Esto hace que el comentario incremente la hostilidad.

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Pero este estudio también pone de manifiesto que los temas de los comentarios agresivos contienen estereotipos de género. La estadística distingue a Montero porque recibe comentarios agresivos y misóginos. Se le recuerda, por ejemplo, que su puesto en el ministerio es resultado de su relación con Pablo Iglesias. O bien se alude a facetas de su vida más íntima como forma de agresión.

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Es decir, se la ridiculiza por ser “la mujer de” y por estar subordinada a otras figuras masculinas dentro del gobierno de coalición. Esto cuestiona su empoderamiento como mujer.

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Díaz, en un ministerio tradicionalmente masculino, recibe comentarios agresivos sobre su incapacidad para gestionarlo. La falta de preparación para el cargo se asocia con su ideología: la incompetencia le viene por ser comunista. Además, Díaz destaca por los comentarios sobre su apariencia física, que son estadísticamente significativos. También lo son el uso de diminutivos que con uso paternalista la infantilizan y menosprecian.

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Estos comentarios, al igual que ocurría con Montero, alejan el foco de la gestión política para ponerlo sobre la “persona”. Así se consigue incapacitarlas y denigrarlas, poniendo su labor como ministras en un plano secundario.

Por su parte, la estadística distingue a Díaz Ayuso de las otras políticas cuestionando su moralidad y su preocupación por temas que tradicionalmente se han asociado con la mujer: educación, sanidad, pobreza…. Ya decía la filósofa australiana Kate Manne que a las mujeres que ocupan puestos de hombres se las somete a un mayor escrutinio moral. A Ayuso se la agrede por su gestión de los hospitales y por su supuesta falta de empatía con los desfavorecidos. También por supuestamente beneficiar a miembros de su familia con comisiones.

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A pesar de la especialización de temas y estrategias lingüísticas, según la política analizada, el mensaje es contundente: las políticas españolas no son lo suficientemente competentes y no posen los rasgos de personalidad apropiados para ser lideresas de éxito. Esto tiene graves consecuencias porque crea una percepción distorsionada en la sociedad sobre el papel de la mujer en la esfera política.