España está encontrando en Estados Unidos a un proveedor energético crucial en plena sacudida comercial tras la crisis energética y por el escenario geopolítico generado por invasión de Rusia sobre Ucrania. El gigante americano se convirtió el año pasado en el mayor suministrador de petróleo por primera vez en la historia y se ha confirmado como principal proveedor de gas natural licuado (GNL), el que llega por barco, para el sistema energético español (sólo Argelia supera a EEUU en las ventas de gas a España pero utilizando el gasoducto que cruza el Mediterráneo).
Estados Unidos ha conseguido disparar su producción de petróleo y de gas gracias a la polémica técnica del ‘fracking’, que implica fracturar las rocas mediante la inyección de agua a alta presión para extraer los hidrocarburos, con el consiguiente impacto ambiental de los trabajos. En Europa es una práctica vetada de manera generalizada. España prohibió la concesión de nuevas autorizaciones prospectivas con la entrada en vigor de la Ley de Cambio Climático, en 2021, pero importa en grandes cantidades hidrocarburos obtenidos mediante el ‘fracking’ a miles de kilómetros de distancia.
Tras dos años en que toda Europa ha conformado un nuevo rompecabezas comercial con una renovada lista de proveedores energéticos para sortear a Rusia, Estados Unidos desbancó el año pasado a Nigeria como principal suministrador de petróleo del mercado español, con más de 8,7 millones de toneladas de crudo, un 31% más que el año anterior y más del doble que en 2021, en los albores de la crisis energética, según los registros de la Corporación de Reservas Estratégicas (Cores).
Las empresas españolas se han agarrado no sólo a Estados Unidos, también a otros países proveedores del otro lado del Atlántico para garantizar las importaciones de crudo: el total de compras al mercado de América del Norte crecieron un 21% el año pasado, las importaciones procedentes de América Central y del Sur escalaron un 24,7%, mientras caían las llegadas de crudo de Europa y Asia Central (-24,3%), de Oriente Medio (-30%) y de África (-10%).
Gas por barco
Estados Unidos también ha jugado un papel clave en el suministro de gas natural a España durante la crisis energética. En 2022 fue el mayor suministrador de la economía española en pleno terremoto energético, desbancando incluso a Argelia tras medio siglo en cabeza. En 2023, con el mercado gasista relativamente normalizado, Argelia ha recuperado su vitola de mayor proveedor gracias al gasoducto que une ambos países (con un 29,3% de todo el gas importado).
Estados Unidos sí que se ha mantenido como mayor vendedor de gas natural licuado, el que llega en barco en estado líquido y luego se regasifica en plantas ubicadas en los puertos españoles. El gas procedente de EEUU concentró un 21% de todas las importaciones, a pesar de haberse reducido las compras un 35%, hasta los 82.858 gigavatios hora (GWh). Las compras a EEUU fueron el año pasado aún un 21% superiores a las que hubo en todo 2021.
España ha conseguido erigirse en un gran centro global de reventa de gas en plena sacudida histórica del sector por la crisis energética y por el terremoto geopolítico desatado por la invasión de Rusia sobre Ucrania. Toda Europa se lanzó a buscar nuevos países de suministro de gas para reducir su dependencia del gas ruso y las grandes infraestructuras gasistas españolas se han convertido en pieza clave para garantizar el suministro continental, catapultando las reexportaciones hasta máximos históricos.
Las reexportaciones de gas desde España aumentaron el año pasado otro 10%, hasta un nuevo récord de 75.500 gigavatios hora (GWh) equivalentes, según los registros de Cores. Un incremento que marca un nuevo récord de reventa de gas y que llega después de que ya en 2022 España consiguiera catapultar la reventa de gas a otros países, casi duplicando la actividad de reexportación, con un crecimiento del 91%, hasta superar los 68.200 GWh.
España está exprimiendo su amplia red de plantas regasificadoras -que concentran un 33% de la capacidad de regasificación de toda la Unión Europea y un 44% del almacenamiento de GNL del continente- y sus conexiones por gasoductos con Europa para convertirse en un gran hub para la llegada y reexportación de gas. España fue el año pasado en el país no productor que más gas vende de todo el mundo.
Rusia: más gas, cero petróleo
La Unión Europea armó un sistema de sanciones económicas y comerciales contra Rusia para intentar golpear sus ingresos y entorpecer la financiación de la invasión militar de Ucrania por parte del Kremlin. Entre las medidas impuestas por los Veintisiete se incluye el veto a las importaciones de petróleo procedentes de Rusia, pero ha quedado la venta de gas natural. El resultado es que España no recibe nada de petróleo ruso desde mediados de 2022 (al menos formalmente, porque se da por hecho que Rusia usa atajos para conseguirlo) pero las compras de gas procedente de Rusia han seguido disparándose.
Las empresas españolas empezaron a reducir drásticamente su exposición al petróleo ruso con el inicio de la guerra y ahora acumulan ya 22 meses consecutivos en que han cortado por completo el suministro procedente de Rusia. Tras disparar las importaciones un 162% durante 2021, hasta concentrar un 4,6% del total del suministro nacional, en los meses siguientes fueron registrándose recortes en las importaciones y desde mayo de 2022, la llegada de crudo ruso al mercado español ha sido cero.
Sin embargo, España sigue elevando las compras de gas procedente de Rusia a pesar de la guerra. Las importaciones españolas de gas ruso crecieron un 30% el año pasado, hasta rozar los 72.700 GWh equivalentes, y Rusia consolidó su posición como tercer mayor proveedor de gas del país con más de un 18% de las compras totales.
El Gobierno español ha venido presionando -sin éxito- a las compañías energéticas responsables de estas importaciones de gas ruso para que reduzcan las compras y que no firmen nuevos contratos de suministro. Pero el Ejecutivo se resigna por no tener herramientas legales para impedir y asume que las empresas podrán seguir comprando gas ruso en las cantidades que determinen libremente, porque la Unión Europea no ha vetado su importación como parte de las sanciones económicas contra el Kremlin por la invasión de Ucrania.