Saray Rodríguez, portavoz de la Guardia Civil, relata cómo fue la despedida de su compañero David Pérez Carracedo en la Catedral de Pamplona, donde ientos de personas se congregaron para arropar a la familia y amigos del agente de la Guardia Civil fallecido junto a otro compañero al ser arrollado por una ‘narcolancha’ en Barbate (Cádiz). Tenía 43 años, estaba destinado en la capital navarra, casado con una navarra y residente en la localidad de Sarriguren junto a su esposa y sus dos hijos de 9 y 6 años.

Ya desde las 12.30 horas, la ciudadanía se comenzó a congregar en el exterior de la Catedral para trasladar su apoyo al entorno del fallecido. En el interior del recinto, a las puertas del edificio, agentes de la Guardia Civil, acompañados de miembros de la Policía Nacional, Policía Foral y civiles, se colocaron formando un pasillo para recibir el féretro con el cuerpo de David Pérez Carracedo.

Al funeral acudieron la presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite; la delegada del Gobierno, Alicia Echeverría; y la consejera de Interior, Función Pública y Justicia, Amparo López; que se colocaron a un lado de la puerta de la Catedral, flanqueando la entrada del ataúd y los familiares del fallecido. También se ha podido ver a representantes de UPN, PSN, PPN y Vox.

Pasadas las 13.00 horas llegó hasta la Catedral de Pamplona el féretro, cubierto por una bandera de España, portado por los compañeros de David Pérez Carracedo y seguido por sus familiares. Fue recibido en posición de firmes de los agentes, entre los aplausos de los asistentes y mientras se entonaba el himno de España. Los aplausos siguieron en el interior de la Catedral, donde se ha gritado un ‘Viva la Guardia Civil’.

Ofició la misa funeral el arzobispo castrense de España, Juan Antonio Aznárez Cobo, quien ha comenzado el acto leyendo unas palabras del arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Florencio Roselló, que no pudo acudir.

En este escrito, Roselló se puso a disposición de la familia de David Pérez y ha condenado «sin paliativos» su muerte y la de su compañero. «El corazón entiende de amor, no de violencia», ha destacado el arzobispo, quien ha resaltado que «atentar contra la vida ajena va en contra de los designios de Dios y en contra de los principios de los derechos humanos».