Doctor en Biología y especialista en neuroeducación, el profesor universitario David Bueno (Barcelona, 1965) asegura que, en cualquier grupo de estudiantes, siempre hay unos cuantos que “aprenderán sin necesidad del profesorado”. A otros les hará falta mucha ayuda. Y a otros, solo un poco. Ningún profesor -ni ningún padre o madre- debe perder la confianza en ninguno de ellos. ¿Por qué? Porque “educar es cambiar el cerebro”. En su nuevo libro, ‘Educa tu cerebro’ (editorial Grijalbo), el investigador defiende que «la inteligencia de los alumnos no es un valor estático, sino que se puede incrementar o debilitar». Esto no es un mantra absurdo de pseudopsicología Mr Wonderful sino ciencia.
Asegura, de broma, que hay estudiantes sobresalientes que aprenderán “a pesar de tener profesores”¿Cómo los detecta?
Los que nos dedicamos a la docencia lo sabemos. Te das cuenta por cómo te miran y cómo respiran. Sabemos que hay alumnos y alumnas que van a salir adelante sin problemas y otros que también lo conseguirán, pero les costará más. Y tú, como docente, sabes que te vas a dedicar mucho más a estos últimos.
«Cuando empiezan la ESO, muchos alumnos desconectan porque les han hecho creer que no podrán con ello»
Los test de inteligencia, que causaron furor en los colegios en los años 80, ahora no sirven para gran cosa. ¿Por qué?
El cociente intelectual resulta útil para muchas cosas, pero no es un valor numérico que te lo dice todo. Se denomina efecto Flyn a cómo el cociente intelectual aumentó en los 80 años y luego retrocedió (efecto Flyn inverso). Eso no significa que nos estemos volviendo más tontos sino que el concepto de inteligencia está cambiando hacia paradigmas más globales, como también está cambiando la educación. Hace años, la inteligencia parecía que solo era la lógico-matemática y la lingüística, pero, ¿qué pasa con todo lo que tiene que ver con la gestión emocional? Una persona que gestiona bien sus emociones puede demostrar mucho más su capacidad que otro más inteligente que no sabe gestionarlas. La inteligencia no es un valor estático sino dinámico, podemos incrementarla si trabajamos aspectos de nuestra mente. También la podemos disminuir si hacemos lo contrario.
Las llamadas inteligencias múltiples son un neuromito, como afirmar que solo usamos el 10% de nuestro cerebro.
Cuando el psicólogo Howard Gardner propuso en 1983 las inteligencias múltiples fue un salto adelante. Pero él habló de “inteligencias” y ahí está el error. La neurociencia ha demostrado que tenemos una sola inteligencia. Lo que Gardner llamó inteligencias múltiples actúan simultáneamente. No hay inteligencias múltiples sino facetas múltiples de la inteligencia.
«La inteligencia de los alumnos no es estática, se puede incrementar o debilitar»
¿Qué hacemos con los chavales que rinden poco en la escuela?
Te respondo con otra pregunta: ¿qué queremos? ¿Que estos estudiantes saquen un 10 en todo o que sean personas capaces de empoderarse, marcarse unos objetivos y estar motivados para ir avanzando?
Los objetivos vitales están bien, pero hay que aprobar 4º de ESO.
La inmensa mayoría de los alumnos pueden aprobar 4º de ESO. Hay algunos que no. ¿Qué hacemos con ellos? ¿Les obligamos y así aumenta su ansiedad y su estrés?
¿Y si les buscamos otra trayectoria académica?
Eso es. Así se podrán sentir realizados. El problema es que cuando empiezan la ESO muchos alumnos y alumnas ya han desconectado del sistema educativo porque creen que no les interesa para nada, o creen que no pueden. Pero no es que no puedan, es que se lo creen. Y eso pasa porque, en algún momento anterior, el sistema les ha hecho creer que no pueden, ya sea por sobreprotección o por una exigencia excesiva.
«El cociente intelectual resulta útil para muchas cosas, pero no es un valor numérico que te lo dice todo»
¿Qué es la mentalidad de crecimiento y la mentalidad fija?
Un término que propuso la psicóloga estadounidense Carol Dweck. En sus investigaciones, vio que había personas que creían que su mentalidad era inamovible y dicen ‘hasta aquí hemos llegado, nunca cambiaré’, y otras que piensan que siempre pueden ir un poco más allá e incrementar su inteligencia.
¿Podemos ser más listos?
Siempre podemos mejorar nuestras habilidades y desarrollar un talento nuevo. A lo mejor no podemos llegar a un objetivo si es demasiado lejano, pero nos podemos acercar. Ahora bien, no todo es blanco y negro. Hay gama de grises. Quiero decir que hay personas con una mentalidad muy fija, y otra fija pero menos. Lo mismo con el crecimiento. También se puede tener mentalidad fija para unos temas y de crecimiento para otros. Hay personas que dicen “no soy bueno en matemáticas, pero escribiendo soy un hacha”. A ver, todos podemos aprender más matemáticas, o dibujar o bailar, otra cosa es que nos interese. La gente con mentalidad de crecimiento es más optimista, le cuesta menos encontrar motivación intrínseca, se esfuerza más y las cosas le salen mejor. Esto genera una sensación de bienestar en el cerebro.
¿Cómo podemos trasmitir mentalidad de crecimiento a los chavales?
Haciéndoles ver que no somos superhombres ni supermujeres, pero que todo puede mejorar. Eso lo conseguimos a través del lenguaje verbal y no verbal. Si un alumno se equivoca, podemos decir: “Qué mal, qué desastre”. O podemos decir esto otro: “Venga, lo vamos a hacer mejor, lo podemos hacer mejor”.
Afirma en el libro que los profesores tienen opiniones y prejuicios y, por lo tanto, transmiten expectativas diferentes al alumnado.
Es el efecto Pigmalión. La neurociencia ha demostrado que el cerebro de una persona se activa de manera diferente cuando le miras con confianza a cuando lo haces con desconfianza. Si tu alumno se siente más seguro, se motivará más, su nivel de energía aumentará, se esforzará y lo hará mejor.
¿Alguna recomendación para sus colegas profesores?
Sabemos que unos estudiantes llegarán más lejos que otros, pero no debemos perder nunca la confianza en ninguno. Si lo hacemos, él lo notará y le irá peor. Si un docente cree que un estudiante determinado sacará buenas notas o rendirá mucho, es más probable que acabe siendo así que si piensa que es un vago. El docente, con su actitud, modificará su conducta hacia el estudiante y le premiará más los aciertos, le mirará con más confianza que a los demás.