El Valencia perdió contra la UD Las Palmas en un partido en el que ningún futbolista, salvo Mosquera, estuvo a un nivel notable. Baraja trató de cambiar cosas durante el partido pero sus modificaciones no dieron tampoco con la tecla de un duelo que acabó con derrota y con un golpe duro en esa pelea por Europa. Uno de los jugadores que fue sustituido, y no es la primera vez, fue Javi Guerra. El de Gilet se marchó con el rostro serio y en cierta manera es algo lógico. Desde aquel 8 de diciembre, el día de la roja contra el Getafe en el Coliseum Alfonso Pérez, el futbolista no está a su mejor nivel, pero en el cuerpo técnico hay plena confianza en su futuro. Pero por supuesto también en el presente.
El futbolista recibió la roja y en ese momento entró en juego una nueva ecuación. Guillamón-Pepelu. Pepelu-Guillamón. Ese doble pivote prácticamente resuena de memoria para todos los aficionados del Valencia desde aquel empate contra el Barcelona. Curiosamente Hugo fue el encargado de lograr el tanto del empate con un latigazo a la escuadra que hizo saltar a todo el público de Mestalla. Desde ese momento, el Valencia encontró esa tranquilidad y además también los resultados. Las victorias comenzaron a llegar. Primero en Vallecas, Villarreal en casa, después en Cádiz y la tercera seguida en casa contra el Athletic. La derrota contra el Atlético de Madrid era la primera con ese dibujo, pero el triunfo contra el Almería permitía asumir de nuevo que ese era el camino a la victoria.
En esos partidos Javi Guerra fue suplente en los tres primeros. Apenas 20 minutos contra el Villarreal en casa, 15 contra el Cádiz en el Nuevo Mirandilla y 8 contra el Athletic dieron paso a tres titulares consecutivas: Atlético, Almería y Las Palmas. Y el gran problema para el futbolista es que su rol como hombre falso de banda ha sido habitual en estos dos últimos choques. Esa sensación de jugador actuando fuera de su hábitat natural es una realidad y al mismo tiempo un problema. No porque Baraja no crea que es donde más puede colaborar en estos momentos, sino porque en este colectivo su posición en la medular tiene difícil encaje. Cuando ha jugado cerca del 9 no ha estado tampoco cómodo, en banda no es su sitio y en general su mejor virtud es como interior de recorrido.
Es un futbolista que aprovecha los espacios, que sabe saltar a la presión y que también es capaz de mejorar la jugada con pocos toques cuando pasa el balón por sus botas. En definitiva, el sistema actual no le beneficia para rendir con sus virtudes, pero el proceso de adaptación al estilo de juego es necesario y hay que tener calma. Las prisas no son buenas y de la misma manera que hace unos meses la selección incluso aparecía de fondo, ahora las dudas entran en escena. Pero lo mejor es su círculo cercano y lo bien rodeado que está un jugador que tiene mucho futuro por delante.