Manuela Carmena (Madrid, 1944) acaba de cumplir 80 años y arranca la celebración con una conferencia sobre inteligencia artificial y la mentira en política en la nueva edición del fórum Cornellà Creació. Jurista de larga trayectoria, quien fue alcaldesa de Madrid entre 2015 y 2019 por Ahora Madrid, candidatura ciudadana aupada por Podemos, diseña juguetes para Zapatelas, su proyecto solidario con el que da trabajo a presos y mujeres en riesgo de exclusión. Una pasión que combina con el análisis, ya desde la barrera, del panorama político y judicial. Asegura no ser «de nadie» y receta menos agresividad y más evaluación a los actuales gobernantes.
El título de la jornada que la ha traído a Barcelona es ‘Inteligencia artificial y el virus de la mentira en política’. ¿Estamos ante una pandemia de desinformación?
En política es necesario que te digan la verdad, porque es tan grave como que un médico no te diga tu diagnóstico. Si te van a recomendar unas determinadas medicinas y resulta que el diagnóstico es equivocado, es un fracaso. Los ciudadanos necesitamos tener datos sobre la gestión que llevan a cabo las autoridades políticas. Pero la verdadera evaluación de la gestión se ha sustituido por discursos absolutamente agresivos en el que la deformación de la realidad o la mentira toman un protagonismo peligroso.
¿Los promotores de la mentira política son transversales?
Es transversal y es una consecuencia de la propia política. Las alternativas políticas se configuran como auténticos enemigos y la estructura de la democracia en sí misma ha sido sustituida por una especie de guerra entre los míos y los otros, entre los que están en el poder y los que no. La democracia es sumar, es intentar recoger las opiniones de unos y de otros, estudiarlas, analizarlas, no destruirlas.
La deformación de la realidad o la mentira están tomando un protagonismo peligroso
Apunta que, por tanto, la mentira política no es un patrimonio único y exclusivo de la ultraderecha.
La mentira política es una deformación de la democracia. Es necesario que haya cada vez más transparencia de la gestión política para que la democracia vaya bien. En la medida en la que no hemos sabido mantener la esencia de la democracia, estamos posibilitando un caldo de cultivo muy proclive a los temas de la extrema derecha, que no es demócrata, nunca lo ha sido.
Elecciones europeas, elecciones en Estados Unidos… Medio mundo vota este año. ¿Estamos en un punto de inflexión?
Estamos en un momento difícil. Hay un combate importante contra la democracia y tenemos que ser muy conscientes de que hay que hacer cambios. Tenemos una democracia que es como la del siglo XIX y estamos en el XXI. Tenemos que cambiar todo, la manera de hacer política, nuestras instituciones, los controles de la gestión, la relación entre políticos y ciudadanos. Tenemos una democracia anticuada y se aprovechan los que no creen en ella para destrozarla.
¿Cuál es la gran mentira política que está viviendo España en estos momentos?
No me parece fácil hablar de una única mentira. Hay un discurso deformador de la realidad, porque el objetivo esencial es destruir al enemigo. Estamos en una moral de guerra, de guerra verbal, de noticias. Nunca se miente más que en las guerras.
La justicia está descabezada, no tiene gobierno, y se nota
¿Que se acuse a Puigdemont de terrorismo es una mentira?
La primera reacción de cualquiera que conozca la historia de España es que esto no tiene nada que ver con el terrorismo que hemos vivido. Nunca se identificó esa situación con lo que pasaba en Catalunya.
¿Cómo interpreta que se hayan reactivado recientemente causas como la de Tsunami Democràtic o la de la trama rusa del ‘procés’ justo cuando se intenta pactar una ley de amnistía?
El enfrentamiento está llegando a todos los sectores. Estamos viviendo un momento en el que la justicia está descabezada. Es impensable. ¿Cómo es posible que llevemos cinco años en Consejo General del Poder Judicial? La justicia está descabezada, no tiene gobierno, y se nota.
Puigdemont ha dicho que si hubiera facilitado la investidura de Feijóo esa acusación no se hubiera producido. ¿Lo comparte?
No, la verdad es que no lo creo. Me parece que es hablar de una fantasía. Todos sabemos que la candidatura del PP estaba apoyada en Vox y que entonces era impensable que pudiera haber una unión. Es una hipótesis absolutamente irreal.
¿Qué pensó cuando vio a Junts tumbando la ley de amnistía la semana pasada?
Pues que era una imprudencia, una falta de visión política. En política es muy importante ser consecuente y, si tú has apoyado una propuesta legislativa y la propuesta legislativa ya ha llegado al Congreso, es muy poco serio votar en contra.
Como jurista, ¿qué recomendaría a PSOE y Junts para alcanzar un acuerdo?
Para mí, que se vuelva a votar la ley como está.
Para mí, la ley de amnistía que se vuelva a votar como está
¿No se debería tocar ni una sola coma?
Hay que ser consecuente.
¿La ley de amnistía es un paso imprescindible para resolver el conflicto con Catalunya?
El derecho de gracia forma parte de las estructuras jurídicas de la tradición y siempre ha estado ahí. Creo que esa medida puede tener más de positivo que de negativo.
En estos momentos, ¿con qué líder político en activo se identifica más?
No me identifico con ningún líder político como tal. Siempre he sido muy independiente y me parece bien de unos una cosa y, de otros, otra. Sobre todo, echo mucho de menos una manera diferente de hacer política, que no esté basada solo en un discurso. El Congreso se equivoca, su función no es hacer tantas leyes, es controlar el Ejecutivo y que se cumplan las que ya se han hecho. Se ha acabado convirtiendo en el escenario de una comedia. Cada uno va a ver quién dice lo más gracioso o más se mete con el otro.
Con Pablo Iglesias no ha retomado la relación.
Cuando fui candidata en el 2015 y salí elegida, conmigo había un grupo muy importante de gente muy buena y muy preparada que eran de Podemos, pero nunca tuve una relación directa con él.
La izquierda está muy paralizada y no es capaz de darse cuenta que de verdad hay que hacer la política de una manera completamente distinta
¿Con Yolanda Díaz tiene contacto?
Me cae muy bien, pero no tengo contacto. Yo no soy una política, soy una persona que fui alcaldesa por una serie de circunstancias, pero nunca he tenido vida política ni me interesa.
¿Qué significa la ruptura entre Podemos y Sumar para la izquierda española?
Significa que en la izquierda, que para mí es el elemento de progreso a lo largo de la historia de España, está muy paralizada y no es capaz en este momento de darse cuenta de que de verdad hay que hacer la política de una manera completamente distinta.
Las llamadas ‘alcaldías del cambio’ han ido desapareciendo del mapa. ¿A qué lo atribuye?
Nunca me sentí incluida en ese grupo de las alcaldías del cambio. Creo que Madrid fue una cosa diferente. Pienso que lo que ha podido pasar con algunos de esos movimientos es que, siendo en principio la izquierda una fuerza de progreso y de innovación, pues no ha tenido la capacidad para seguir en esa línea.
Pero sí exhibió conexión con Ada Colau.
Mi conexión fundamentalmente fue con ella, porque creo que es una mujer extraordinaria y que ha sido una buena alcaldesa. Teníamos mucha coincidencia y una gran capacidad de encuentro, pero nada más.
Hoy cumple 80 años. ¿Cuál es la gran mentira política que ha vivido usted en su vida?
La desinformación sistemática, que se agudiza cuando llegan las campañas electorales. Es tremendo. Sería lógico que antes de convocar las elecciones hubiera unas sesiones parlamentarias de rendición de cuentas. Pero no, nada de eso. En las campañas electorales es cuando se dicen más mentiras.
¿Qué opinión le merece Isabel Díaz Ayuso?
Es una persona que utiliza la política como un instrumento fundamentalmente agresivo en el que un objetivo esencial es denigrar al que no es como tú. Y a mí me da pena porque yo creo que eso no ayuda a nadie, es negativo para todos.
¿Qué le recomendaría en estos momentos a Pedro Sánchez?
Hacer las cosas bien y evaluar la gestión. Hay que dejarse de hacer tantas leyes y evaluar las que ya hemos hecho, qué efecto han causado y, cuando la ley no se ha cumplido, ver el porqué. A lo mejor tenemos que reconocer que prohibir no es lo mejor.
¿No evaluar para corregir es el déficit por el cual se cuelan los discursos de la extrema derecha?
Sí, es una puerta abierta.