La producción de energía eléctrica en Asturias se hundió el año pasado a su nivel más bajo al menos desde 1990, cuando comienza el registro histórico elaborado por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei). Así, en 2023 la generación de electricidad en la región fue de 9.424 gigavatios por hora (GW/h), una caída del 27% respecto al año anterior y una cifra incluso inferior a la de 2020, el primer año de la pandemia de covid, cuando buena parte de la actividad económica estuvo temporalmente paralizada por los confinamientos.
A pesar de los paulatinos cierres de plantas térmicas de carbón en el Principado (sólo quedan las de Soto de Ribera y Aboño), esta energía, que comprende también los ciclos combinados de gas de EDP, siguió siendo en 2023 la principal fuente de generación, aportando 6.538 GW/h, esto es, casi el 70% del total. No obstante, esta producción sufrió un desplome interanual del 37,8%.
Más acusado aún fue el retroceso de la energía hidráulica, del 57,8% respecto a un año antes. Los ríos y presas de Asturias posibilitaron la generación de 1.504 GW/h.
Y en cuanto a la eólica, a pesar de ser la tercera en aportación al mix (un total de 1.381 GW/h), su disminución interanual fue mucho más suave, del 4,2%.
Estos datos guardan coherencia con los publicados esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE) que indican que Asturias fue la tercera comunidad autónoma donde más cayó la actividad fabril en 2023. El índice de producción industrial del Principado descendió el 4,2%, un retroceso más de cinco veces superior al experimentado en el conjunto de España (0,8%) y el más acusado por detrás de los registrados en Murcia (8%) y Cantabria (5,9%).
Ya apuntaba el INE que el mal comportamiento del sector secundario asturiano obedeció principalmente a la menor producción energética. También influyó la parada de uno de los dos hornos altos de ArcelorMittal, primero (hasta febrero) por la baja demanda y luego (entre marzo y julio) a causa del incendio ocurrido el 22 de marzo.
Asimismo, en el desplome de la generación han influido las medidas de ahorro y eficiencia de familias y empresas. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), los edificios suponen en torno al 30% del consumo energético en España.