Existe el término moms energy para definir la «energía de madre», esa fuerza y capacidad de poder que tiene como principal componente el amor, y que si se pudiera almacenar sería la reina de las renovables. Si hay alguien que representa la mons energy es Paqui Artiles, la madre de Ángel Gabriel Vega -Gaby-, un joven ingeniero industrial con gran discapacidad motora que el pasado 27 de enero fue investido doctor por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en una ceremonia en la que, por sorpresa, el rector Lluis Serra también le puso el birrete y le dio la medalla de doctora a Mamá Paqui, título que se ganó hace años en la Escuela de Ingenierías Industriales y Civiles de la ULPGC.
Con dicho acto simbólico, Serra reconoció la labor de esta mujer, día tras día y año tras año, acompañando a su hijo a las clases, tomando apuntes y asistiéndolo en todo momento. «Ella también merece un cum laude de doctora en amor de madre», indicó el rector en homenaje al papel fundamental que juegan las familias en los logros académicos de los estudiantes universitarios.
«Fue una sorpresa tremenda. Ya estaba terminando el acto cuando el rector empezó a agradecer a las familias por todo lo que ayudan a sus hijos e hijas, y entonces dijo mi nombre y me invitó a acercarme. Subí, me impuso el birrete y me nombró, entre comillas, doctora», recuerda Paqui Artiles, a la que el reconocimiento le llegó al corazón. «Fue maravilloso. De por sí ya estábamos emocionados por la tremenda ovación que recibió Gaby cuando le pusieron el birrete, y a eso se le añadió cuando me lo pusieron a mí, que también se pusieron de pie a aplaudir».
«El no puedo, no existe»
Y es que la brillante trayectoria académica de Gaby Artiles, licenciado en Ingeniería Mecánica por la ULPGC, graduado y máster en Física por la UNED y doctor en Ingeniería por la ULPGC –sobresaliente cum laude por su tesis sobre el estudio computacional de la técnica de Nuss (cirugía torácica)-, está estrechamente ligada a la de su madre, que además de acompañarlo a diario para ayudarlo dentro y fuera de clase, siempre le ha inculcado que «el no puedo no existe, hay que intentarlo».
Para Gaby Vega, el reconocimiento a su madre fue « algo muy bonito y que ella se merecía», señaló el doctor en Ingeniería para quien, sin el apoyo «constante e indispensable» de su madre «no podía haber hecho nada de lo que he hecho».
Paqui, que se formó como auxiliar administrativo, estuvo muchos años trabajando en una constructora, pero tuvo que dejar el empleo para cuidar de su hijo y sus padres cuando ambos enfermaron. Cuando Gaby llegó a la Universidad tuvo la ayuda de un asistente, pero sólo le duró un cuatrimestre porque con el plan Bolonia se eliminó la figura del becario, y fue ahí cuando su madre dio un paso al frente y empezó a ir a clase todos los días con él. «Durante los dos primeros años mi ayuda era más bien física, tomaba los apuntes y no me resultaba nada complicado y además, los compañeros de clase me ayudaban un montón, si habían muchas clases, ellos me decían, no te preocupes Mamá Paqui, vete a tomar un café o a dar una vuelta y nosotros te pasamos después los apuntes».
Escuela de Ingeniería
En el tercer año de carrera, los compañeros de clase de Gabriel Vega organizaron un acto en el que nombraron a Paqui «Mamá de todos los ingenieros» y le regalaron un diploma con el título de Mamá Paqui junto a un ramo de flores. En dicho acto, obsequiaron a Gaby con un escáner semiprofesional, financiado entre todos los compañeros, profesores y personal de administración y servicios de la Escuela. «Eso nos facilitó mucho las cosas, porque los compañeros me pasaban los apuntes y yo se los escaneaba y ya Gaby por el ordenador, los manejaba mejor», señala al tiempo que confirma lo orgullosa que se siente del título de Mamá Paqui, «ese no me lo quita nadie».
Una vez que Gaby se tituló en Ingeniería, con la doble especialidad (intensificación) de Química y Mecánica, obteniendo matrícula en el TFG, el joven ingeniero comenzó el grado de Física por la UNED, y ahí se le complicó a la madre un poco más las cosas para coger los apuntes y ayudarle en los exámenes. «Como el lenguaje en Física es más complicado, tiene muchas letras griegas, muchos símbolos y me costaba acordarme, nos inventamos un lenguaje nuestro, porque cuando él ya no podía escribir, me dictaba las respuestas y yo se las escribía».
«Tridente» y «ocho acostado»
Tanto en la ULPGC como en la UNED les dieron la oportunidad de hacer los exámenes en un aula aparte, «y sobre todo en Física, nos daba la risa de que nos oyera el profesor, porque por ejemplo, al símbolo fi le llamábamos tridente, al infinito el ocho acostado, y a omega le decíamos culo», recuerdan ambos entre risas, sobre ese lenguaje inventado madre-hijo digno de dos birretes. Así culminó el ingeniero el grado y el máster en Física, al tiempo que estaba haciendo el doctorado en la ULPGC, que finalizó con la máxima calificación, sobresaliente cum laude.
Haciendo balance de esta trayectoria, que ambos empezaron juntos en 2009, Paqui señala que lo más gratificante ha sido sentirse arropados y queridos por tanta gente. «A lo largo de todos estos años hemos conocido a personas maravillosas, por todos lados, nos han ayudado en todo lo que hemos necesitado, nunca hemos encontramos un no en ningún sitio, ha sido todo maravilloso».
Respecto a lo más difícil, asegura que fue duro «sacrificar horas con mi hijo pequeño», pero también se siente afortunada por haber tenido la ayuda de su familia -padres, hermano, cuñada, sobrina-, «y el apoyo de mi marido, que ha estado siempre trabajando, a él no le ha faltado al trabajo, y gracias a eso yo no he tenido que dejar de acompañar a mi hijo por trabajar».
Educación inclusiva
Precisamente por ello, consciente de que ha tenido el apoyo que otras familias no tienen, Paqui Artiles hace un llamamiento a las autoridades educativas para que faciliten a mucha personas con discapacidad y sin recursos, el acceso a la educación. «Es importante que a estas personas que quieren estudiar, por favor les pongan un auxiliar y que les facilite el hecho de asistir a la universidad, porque muchos no tienen la suerte que hemos tenido nosotros y más allá de eliminar barreras arquitectónicas, que son evidentes, hay que acabar con las barreras de una persona que no puede moverse, por el hecho de que no tiene quien lo acompañe en las aulas».