José Antonio H.G., el hombre detenido por su presunta implicación en el asesinato de un hombre en Monteagudo, negó en el Juzgado de Guardia su participación en el crimen que costó la vida a su amigo Lorenzo A. M., de 62 años. Admite que conocía al hombre, pero sostiene que no le cortó el cuello. El sospechoso pasaba este jueves por la tarde a disposición judicial en el Juzgado de Instrucción Nº 2 de Murcia, en funciones de Murcia, en la Ciudad de la Justicia. De ahí, a prisión provisional, comunicada y sin fianza, como presunto autor de un delito de homicidio.
El sospechoso, murciano de 44 años de edad, fue arrestado esta semana en su domicilio de la localidad de Casillas, en Murcia. Tras pernoctar en los calabozos de la Benemérita, fue trasladado por la tarde a dependencias de la Ciudad de la Justicia de Murcia, donde, defendido por el reconocido penalista Fermín Guerrero, optó por prestar declaración. E insistió en que él no era el criminal al que estaban buscando. Sí apuntó que vio a su amigo Lorenzo unas horas antes de que lo matasen, en el mismo domicilio de Monteagudo donde luego aparecería degollado. Y reconoció que él iba a esa vivienda a comprarle droga a Lorenzo.
«No existe prueba alguna que acredite la participación de mi cliente: solo hay indicios insuficientes»
A José Antonio lo acusan, detalla su defensa, porque testigos dijeron que había una deuda de droga (por cien gramos de cocaína) entre ambos amigos, y porque otros vecinos afirman que lo vieron en bici por las inmediaciones de la casa el día del crimen.
El letrado defensor manifestó que «no existe prueba alguna que acredite la participación de José Antonio en la muerte de Lorenzo», así como que «en el atestado de la Guardia Civil no hay más que indicios insuficientes».
Trapicheo de sustancias
La Guardia Civil, en el marco de las pesquisas para esclarecer quién degolló al vecino de Monteagudo hallado muerto en su casa el mes pasado, en el que fue el primer crimen del año en la Región, descubrió que la víctima se dedicaba al tráfico de sustancias. El asesinado era un viejo conocido de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad: al ver los antecedentes del hombre, la Policía Judicial no descartó que los trapicheos con estupefacientes hubiesen tenido algo que ver con el asesinato.
Esta misma semana, la jueza autorizaba a la Benemérita la entrada y registro de dos propiedades de interés en la causa: la vivienda de José Antonio H.G., vecino de la población murciana de Casillas, y la de un conocido suyo, residente en la localidad también murciana de Zarandona.
En busca de la caja fuerte
La orden judicial permitía a los especialistas del Instituto Armado entrar en los domicilios, en las cocheras y en los trasteros. Los investigadores buscaban pruebas de la participación de los dos hombres en el homicidio: en concreto, buscaban cosas que pudiesen haber robado de la casa de Lorenzo, tales como dinero, droga y el contenido de la caja fuerte. Este miércoles, desde el cuerpo informaban de que se había producido un arresto relacionado con el asesinato. Y fuentes próximas al caso precisaban que no se descartaban más detenciones.
Cabe recordar que residentes en la zona de Monteagudo donde se produjo el suceso contaban, horas después del crimen, a los investigadores que al domicilio del finado acudía gente muy rara y que el viernes en cuestión, día del asesinato, hubo mucho trasiego de personas, especialmente por la tarde, después de comer. Oyeron discusiones que iban subiendo de tono. Otros vecinos aseguraron que habían escuchado cómo alguien amenazaba de muerte a Lorenzo si no abría la caja fuerte.
De madrugada, en la misma puerta de la vivienda, y en las inmediaciones de la misma, los especialistas de la Científica hallaron manchas de sangre, por lo que recogieron estos vestigios, cuyo posterior análisis determinaría si el reguero pertenecía tan solo a la víctima o también había ADN de otra persona.
Ya lo quisieron matar
Se da la circunstancia de que no era el primer episodio violento que sufría el vecino, que aseguró en 2017 que ya habían intentado matarlo. Entonces, contó a La Opinión, una bala le entró por la parte derecha del cuello y le salió por el tórax tras rozarle un pulmón. El día que quisieron acabar con su vida, Lorenzo dijo que tenía más de mil euros en efectivo en casa (de la venta de una grúa, según él), que llamaron dos tipos al timbre de su casa preguntándo por un amigo en común y eso le hizo sospechar.