Puede superar los 30 metros de largo y pesar hasta 200 toneladas, tanto como 2.700 seres humanos de peso medio, como 30 elefantes juntos o el doble que los dinosaurios más grandes. Solo la lengua de un ejemplar adulto puede pesar más que un elefante. Su corazón, lo mismo que un coche pequeño. Y sus vasos sanguíneos tienen tal amplitud que una persona de tamaño normal podría nadar en su interior.
La ballena azul (Balaenoptera musculus) ha sido considerada durante siglos el animal más grande que ha existido sobre la Tierra. Hasta ahora. Porque un reciente descubrimiento arqueológico registrado en Perú puede arrebatarle ese título, en cuanto sea corroborado taxativamente por la ciencia: se han hallado restos fósiles de otra ballena, extinta hace milenios, mucho más grande que la azul, de unas dimensiones tales que han llevado a sus descubridores a darle el nombre de ‘ballena colosal peruana’ (Perucetus colossus), el animal más pesado de todos los tiempos.
La masa corporal de este sorprendente animal, que vivió hace 38 millones de años, podría estar entre 85 y 340 toneladas. Esta última cifra es el equivalente a 50 elefantes africanos adultos de gran tamaño o 5.000 humanos. Y el animal cuyos restos se han hallado podría estar aún en fase de crecimiento. Es nueva especie en la familia de los basilosaurus dentro del orden Cetacea, que incluye ballenas, delfines y marsopas.
El hallazgo está integrado por 13 vértebras, 4 costillas y un hueso de la cadera. El animal medía entre 17 y 20 metros de largo, así que, según el estudio, el espécimen fósil era más corto que una ballena azul, pero su masa esquelética supera potencialmente la de cualquier mamífero o vertebrado marino conocido, incluido su gigantesco pariente.
Adaptaciones extremas
Los autores del estudio señalan que este tipo de engrosamiento del esqueleto, y su consecuente pesadez, conocido como ‘paquiosteoesclerosis’ no se encuentra en ningún cetáceo vivo, pero sí entre los sirenios, grandes mamíferos herbívoros acuáticos, como los manatíes, las vacas marinas y los dugongos.
El estudio apunta que el registro fósil de los cetáceos documenta cómo los animales terrestres adquirieron adaptaciones extremas y pasaron a un estilo de vida totalmente acuático. En las ballenas, esta circunstancia se asocia con un aumento sustancial del tamaño corporal máximo.
«Aunque un cuerpo alargado fue adquirido tempranamente en la evolución de los cetáceos, la masa corporal máxima de las ballenas barbadas refleja una diversificación reciente que culminó en la ballena azul», recoge el estudio. «De manera más general, el gigantismo hasta ahora conocido entre los tetrápodos acuáticos evolucionó dentro de nadadores pelágicos activos», añade.
Los autores del estudio describen al Perucetus colossus, una ballena basilosáurida del Eoceno medio del Perú. «Muestra, hasta donde sabemos, el mayor grado de aumento de masa ósea conocido hasta la fecha, una adaptación asociada con el buceo poco profundo», resaltan.
«La masa esquelética estimada de Perucetus colossus supera la de cualquier mamífero o vertebrado acuático conocido«, indican los científicos, que utilizaron la fracción esquelética hallada para estimar la masa corporal total, «que resulta ser de un aspirante al título de animal más pesado registrado».
Otra conclusión: «La masa corporal máxima de los cetáceos ya se había alcanzado unos 30 millones de años antes de lo que se pensaba anteriormente, en un contexto costero en el que la productividad primaria era particularmente alta». Hasta ahora se creía que el gigantismo en las ballenas ocurrió hace 4,5 millones de años.
Un ‘cementerio’ de vertebrados fósiles
El peso y el tamaño de la especie podría haber surgido de adaptaciones evolutivas a la vida en aguas costeras poco profundas y agitadas donde un esqueleto particularmente pesado actuaría como ‘lastre’ para la estabilidad, según los investigadores.
Era un animal totalmente acuático y no regresaba a tierra ni siquiera para dar a luz, ya que su enorme peso haría su movimiento en tierra demasiado problemático debido a la gravedad.
El sorprendente descubrimiento es el fruto de 17 años de trabajo de un amplio equipo científico en el Valle del Ica, en el sur de Perú, en un auténtico ‘cementerio’ de vertebrados fósiles, donde ya anteriormente se habían hallado otros especímenes, como el Peregocetus pacificus, el cetáceo cuadrúpedo más antiguo conocido en el océano Pacífico; el Mystacodon selenesis, el antepasado más antiguo de las ballenas barbadas modernas o el enorme cachalote macropredatorio Livyatan melvillei.
La primera vértebra de la ballena colosal peruana se descubrió en 2012. El nombre elegido por los científicos para esta enorme criatura denota, por un lado, su origen geográfico, Perú; por otro, ‘cetus’ es la palabra latina para ballena; y, finalmente, ‘kolossós’, significa el griego antiguo ‘estatua grande’.
Aunque la ausencia de cráneo dificulta saber cuál era su dieta, los autores del estudio aportan tres hipótesis. Podría haberse alimentado de plantas, igual que las vacas marinas, aunque esta dieta herbívora sería un caso único entre los cetáceos.
Una segunda posibilidad es que se alimentara de pequeños moluscos y crustáceos en fondos arenosos, como hace la ballena gris contemporánea. La tercera alternativa es que quizá Perucetus colossus podría haber sido carroñero de cadáveres de vertebrados. Pero los científicos no descartan otras posibilidades, una dieta «completamente distinta a lo que imaginamos».
Informe de referencia: https://www.nature.com/articles/s41586-023-06381-1
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