El volantazo de Adrián Barbón al cambiar la estructura de su Gobierno en solo seis meses ha tensado al máximo la relación entre el PSOE e IU–Convocatoria por Asturias, los dos socios de gabinete. El aliado minoritario solicitó ayer una reunión urgente con el presidente del Principado para abordar los últimos acontecimientos, que han convertido a Vanessa Gutiérrez en «superconsejera» de Derechos Sociales, Cultura, Política Llingüística y Deportes, y han propiciado la marcha de Melania Álvarez al Senado. El jefe del Gabinete salió a defender sus cambios, esta vez en la sede de la Presidencia (un día antes, los había anunciado en la FSA). Y recordó que «corresponde al Presidente reordenar la estructura». El diálogo con IU es «constante y fluido», dijo.

Barbón enmarcó el movimiento (que también incluye el nombramiento de Rafael Oñate como director adjunto al gabinete) como un símbolo de «la audacia y la valentía» de su Gobierno. «Si tengo que hacer cambios, los haré, en la estructura y en las personas. Aquí todas las personas están en un examen continuo y a mí me toca ser el director de orquesta. Soy consciente de que todo cambio genera dudas y empatizo con los que duden», aseveró. Pero el giro ha provocado un terremoto político y el recelo de IU. En público, no llegó la sangre al río. Xabel Vegas, portavoz en la Junta de la formación de izquierdas, admitió que el hecho de que Cultura careciese de rango de Consejería era una «anomalía», pero se preguntó si la nueva macroconsejería es la mejor vía y pidió «más y mejor comunicación» al PSOE.

El Presidente considera que la reestructuración es «novedosa, rompedora y transformadora»




Por contra, en privado, el malestar de los dirigentes de IU va in crescendo, por el fondo del volantazo de Barbón y también por las formas (Ovidio Zapico, consejero de Ordenación, el único de IU por el Gobierno, se enteró del cambio un cuarto de hora antes del anuncio por una llamada de Gimena Llamedo). En varios círculos del socio de Barbón se ha empezado a escuchar ya la palabra «disfuncional» para hablar del Gobierno. Además, tampoco convencieron las explicaciones de ayer del líder del Ejecutivo. «Tengo diálogo constante con el consejero de IU, que es con el que corresponde», zanjó Barbón, ante el runrún.

Nadie en el Gobierno habla en estos momentos de una ruptura, pero las relaciones están tocadas. Barbón se esforzó ayer en exponer las ventajas de la crisis. Dijo que la reestructuración es «novedosa, rompedora y transformadora». Y llevó preparada la justificación a por qué materias tan dispares como la llingua o el deporte estarán en el mismo despacho. «¿Qué tiene que ver, por ejemplo, el turismo con la Estrategia Digital? Pues están en la misma Consejería. ¿Qué tiene que ver Emigración con igualdad? Pues están en la misma Consejería. ¿Qué tiene que ver Ordenación del Territorio con LGTBI? Pues están en la misma Consejería», repitió Barbón, poniendo más ejemplos e intentando hacer de la necesidad virtud. También destacó que la llegada de Rafael Oñate «vendrá muy bien por los contactos que tiene con el Gobierno central».

«Tengo diálogo constante y fluido con el consejero de IU», despeja el Presidente sobre sus socios


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Además, el Presidente anunció que habrá una nueva Viceconsejería de Derechos Sociales y Bienestar (se suprime a cambio la de Cultura), aunque no desveló el nombre de quién la ocupará. Uno de los perfiles que se barajan en el seno del Ejecutivo es el de Enrique Nuño, actual director general de Promoción de la Autonomía Personal y Mayores de esa Consejería. Barbón agradeció el trabajo a Melania Álvarez, especialmente durante la pandemia, y también dijo que Vanessa Gutiérrez será una «gran consejera». El Presidente volvió a insistir lo que dificultaba hasta ahora que la futura nueva consejera, con un perfil muy asturianista, no tuviese rango, impidiéndole realizar tramitaciones.

Críticas de Tomé

Sobre las críticas recibidas por la oposición, tiró de humor. «Los mismos que criticaban que Cultura no tuviese rango de Consejería también criticarán esto. Ya lo verán. Los mismos que prometen reducir consejerías no nos dicen cómo lo harían», insistió, recordando el pacto de Gobierno con IU, que limitaba en diez los actuales departamentos, por lo que un cambio obligaría a renegociar ese acuerdo.

Esto último fue censurado ayer por Covadonga Tomé, diputada electa por Podemos, que hasta ahora ha sido apoyo del Ejecutivo desde el grupo mixto y que ayer también fue muy crítica. «No tiene ningún sentido formar una Consejería de Cultura sumada a Derechos Sociales. Es un intento absurdo de conservar ese número mágico de 10», aseveró. «No está contenta ni la gente del ámbito de los derechos sociales ni la de la cultura, porque ninguna va a tener una gestión independiente ni suficientemente atendida. Es un absoluto despropósito. No tiene ni pies ni cabeza», recalcó, ahondando en la división de la izquierda por la sopresiva reorganización presidencial.